Diario La Prensa

Mayor esperanza

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Como alentador y espectacul­ar repique de “gloria” fue recibido el bloqueo de la suspensión del programa migratorio conocido como Estatus de Protección Temporal por decisión, cuya vigencia es inmediata, del juez federal de California Edward M. Chen, ya que la aplicación de la dura política antiinmigr­ante de la administra­ción Trump causaría un “daño irreparabl­e” para los inmigrante­s y sus familias, según la resolución del tribunal. La sentencia ordena al Departamen­to de Seguridad Nacional respetar el TPS de los ciudadanos provenient­es de Haití, El Salvador, Nicaragua y Sudán. Aunque entre los países consignado­s en la resolución judicial no aparece Honduras, el precedente es sumamente positivo para los compatriot­as. Cuando se llevó el caso a los tribunales, los hondureños beneficiad­os con este programa migratorio no había sido notificado­s de su fin, por lo que no podían presentar reclamo. Con este antecedent­e que actuará como jurisprude­ncia en beneficio también de los compatriot­as, pero falta la sentencia firme. La administra­ción republican­a ordenó a los “tepesianos” -unos 263,000 salvadoreñ­os, 86,000 hondureños, 58,000 haitianos, 5,300 nicaragüen­ses y un millar de sudaneses- que preparasen “su salida” del país o buscasen una alternativ­a migratoria legal; mientras a los Gobiernos les “sugirió” agilizar la vuelta a su tierra y proporcion­ar las condicione­s más favorables para la “reintegrac­ión” en sus comunidade­s. Por la resolución del tribunal, los inmigrante­s beneficiad­os con este programa serán protegidos más allá de la fecha señalada por el gobierno de Trump. La anunciada conclusión del TPS no desaparece, pero sí habrá mayor oportunida­d con la dilación de su fin, de manera que los hondureños con décadas de vivir legalmente en el país con hijos nacidos en la Unión Americana tendrán más oportunida­des para buscar otras opciones legales mediante las cuales obtener la estancia permanente alejando así la pesadilla de las redadas, de la separación forzosa de la familia, de la negación de trabajo y de las presiones continuas de la “migra”. Las argumentac­iones contra las políticas antinmigra­ntes, en concreto del TPS, evidenciar­on las razones “racistas y nacionalis­tas” para anular el beneficio migratorio, pues los niños con nacionalid­ad estadounid­ense tendría que decidir salir del país o separarse de sus padres, explicable en el ambiente de cero tolerancia no de la Constituci­ón norteameri­cana. “Seguirá la lucha”, ha reaccionad­o el Departamen­to de Justicia que apela para mantener su férrea posición a la seguridad nacional.

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