Creando una cultura genuina para el bienestar
Arely Maldonado
Directora de Desarrollo Sostenible de la Fundación Hondureña de Responsabilidad Social Empresarial (Fundahrse). Enlace ante el Consejo Mundial Empresarial para el Desarrollo Sostenible (que integra más de 200 empresas en el mundo). Máster en Administración de Empresas y Finanzas
U na población activa y saludable es vital para la competitividad y la productividad de un país, es por esta noción que las empresas al igual que organizaciones tienen en su rol de empleadores la gran responsabilidad de fomentar la resiliencia de sus colaboradores. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud no es solo la ausencia de enfermedades. En su aplicación más amplia, una buena salud engloba el bienestar físico, emocional, social, financiero, psicológico, intelectual, espiritual, un estado positivo por el cual los individuos prosperan, sin agobios por las enfermedades y la discapacidad. La salud mental ha sido durante mucho tiempo un área descuidada que persiste como un estigma negativo penetrante e incomprensible, especialmente en los lugares de trabajo. Se estima que una de cada cinco personas a nivel mundial, sin importar su precedencia o cultura, experimentará un problema de salud mental durante su vida. Con el propósito de fortalecer la divulgación de este aspecto, la OMS estableció el 10 de octubre de cada año como el Día Mundial de la Salud Mental. Los problemas más comunes son el estrés, la ansiedad, pero abarca condiciones más complejas como la depresión, abuso de sustancias, los trastornos bipolares, obsesivos compulsivos, alimenticios y el desorden de déficit de atención o hiperactividad, que a su vez estas tienen un vínculo notable con las aflicciones físicas y crónicas como el cáncer, diabetes, enfermedades cardiovasculares, obesidad, VIH/ Sida, entre otras. El estigma causa silencio, estos padecimientos pueden ser ocultos por las personas por preocupación a como el tratamiento afectará su rendimiento, por temor a ser percibidas como ineptas o vulnerables, y en un mundo altamente competitivo, ser visto como débil no es aceptable. Adicionalmente, estos pueden ser causados o afectados por un clima nocivo, que presente factores como cargas de trabajo (excesivos o insuficientes), falta de participación, escaso poder de decisión, ambigüedad o conflicto de roles, carencia de incentivos, inequidad, deficiencia en liderazgo y comunicación, instalaciones que no han sido condicionadas y dificultades que se generan por demandas tanto personales como profesionales. Los estilos de comportamiento entre los cuales está el ostracismo, prejuicio, intimidación, acoso, discriminación, favoritismo, inaccesibilidad, egoísmo debilitan de manera progresiva las relaciones interpersonales perjudicando la sinergia y eficiencia de un equipo de trabajo. Todas estas circunstancias producen costos indirectos a las entidades por absentismo o presentismo. Para fomentar una fuerza laboral saludable es esencial que los empleadores reconozcan que su obligación para con sus colaboradores se extiende más allá del cumplimiento legal, deben implementar buenas prácticas socialmente responsables orientadas a crear una cultura integrada de bienestar, la cual protege y promueve la salud mental mediante la implementación de medidas preventivas como, por ejemplo, tomar conciencia del ámbito, reducir los riesgos relacionados, desarrollo de aspectos positivos de las cualidades y capacidades del personal, establecer programas de motivación, mejorar la comunicación y proveer fuentes de apoyo para solucionar los problemas con independencia de su causa. En las palabras del estadounidense Robert G. Ingersoll, “nos levantamos elevando a los demás”.
“Para fomentar una fuerza laboral saludable es esencial que los empleadores reconozcan que su obligación para con sus colaboradores se extiende más allá del cumplimiento legal”. La salud mental ha sido durante mucho tiempo un área descuidada que persiste como un estigma negativo penetrante e incomprensible