AnAlistAinvitAdo
Golpe a la derecha tradicional
Los resultados de las elecciones del domingo en Brasil impondrán a la centroderecha una profunda revisión, tras el durísimo varapalo asestado por Jair Bolsonaro, un radical que se ha apropiado de prácticamente todo el espectro ideológico conservador. Bolsonaro, un capitán de la reserva del Ejército que sin pelos en la lengua defiende la dictadura militar (1964-1985) o descalifica a homosexuales y negros, logró un 46.7 % de los votos, con un 96% del censo escrutado, y deberá disputar el próximo día 28 una segunda vuelta con Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT). El resultado deja a Bolsonaro a un paso del poder, aunque las encuestas publicadas hasta el día antes de las elecciones dicen que, en caso de la segunda vuelta, ahora confirmada, estaría técnicamente empatado con Haddad en torno a un 45%, lo cual podría sugerir al menos que haya llegado muy cerca de su techo. Aún así, la amplia victoria de Bolsonaro en la primera vuelta ha sido un duro castigo a las fuerzas tradicionales de centroderecha. La principal víctima del fenómeno Bolsonaro ha sido el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que acudió a estas elecciones con el exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alkcmin, en cuarto lugar. El atentado, por el que estuvo poco menos de un mes hospitalizado, le dio al capitán una enorme e inesperada exposición mediática que anuló por completo la ventaja que tendría Alckmin en la televisión, y en la coalición formada por el PSDB comenzaron a surgir grietas. En las últimas semanas, mientras Bolsonaro subía incontenible en los sondeos, dirigentes de varios partidos que apoyaban al PSDB se acoplaron a la fórmula netamente militar que encabeza el líder del PSL, quien tiene como candidato a vicepresidente al general de la reserva Hamilton Mourao. Abandonaron a Alckmin y a la centroderecha tradicional las conservadoras iglesias evangelistas que adhirieron al candidato con lema: “Brasil encima de todo, Dios encima de todos”.