Luchemos por la justicia
difícilcreerque elmundo respondacon indiferenciay pasividadala persecución política
Un pequeño grupo de madres, abuelas y esposas se reúne los jueves por la tarde en la Plaza de Mayo, del centro de Buenos Aires, a participar en una vigilia silenciosa. Lo hacen con el propósito de hacer pública su preocupación y pena por sus hijos e hijas, esposos y hermanos que han desaparecido o que son prisioneros. Su presencia en la plaza es un llamado a responder al grito de angustia por la justicia que se deja escuchar en nuestros días. Gózense con los que se gozan, lloren con los que lloran: Romanos 12:15. Simbólicamente representan a millares de personas en el mundo cuyos seres queridos han sido víctimas de la persecución y opresión por sus ideas políticas. Así como esas madres y abuelas de la Plaza de Mayo hay millones de personas que con lágrimas claman justicia, por el fin de la tortura y ansían saber el paradero de sus seres amados. Parece increíble que en nuestros tiempos modernos todavía se practiquen esos actos de violencia contra personas solo por su ideología política. En realidad, es difícil creer que son muchos los países en donde hay esta persecución política bajo la mirada indiferente y pasiva del mundo. Elevemos nuestra oración por los que sufren y en solidaridad con estas mujeres, cuya presencia en la Plaza de Mayo es expresión universal del clamor de la humanidad por la justicia. Te encomendamos, Dios misericordioso, a los que pugnan por la justicia, oramos porque la tortura y muerte de prisioneros políticos terminen y porque los derechos fundamentales de tus hijos sean protegidos en todo el mundo. Estamos seguros de que Dios quiere que la humanidad goce de paz y justicia. ¿No creen que es ya tiempo de sobra a fin de que se eliminen estas prácticas antipaz en el mundo y tengamos países donde no haya desaparecidos y se cumplan los derechos humanos en toda la extensión de la palabra?