Diario La Prensa

Un sínodo decisivo

- Santiago Martín OpiniOn@laprensa.hn

Ha comenzado el sínodo de los obispos sobre la juventud y la pastoral vocacional. Un Sínodo que ha nacido marcado por la polémica. En primer lugar, el contexto en el que se produce, lleno de tensión por los escándalos sobre los numerosos casos de sacerdotes pederastas; esto ha llevado a que fueran varios los prelados que pidieran el aplazamien­to del sínodo o que se dedicara a estudiar el papel de los obispos en los casos de abusos sexuales; incluso uno de los que debían participar, el delegado de los obispos holandeses, se negó a acudir por este motivo. Pero el principal motivo de tensión es interno. Como en los sínodos anteriores sobre la familia, chocan una vez más las dos visiones de la Iglesia que hay en el seno de esta. Para unos, la Iglesia debe suprimir aquellas cosas que son más difíciles de aceptar por el mundo y sobre todo por los jóvenes; no se trataría tanto de decir que cualquier comportami­ento sexual es bueno, sino de afirmar que, en función de las circunstan­cias personales, lo que es objetivame­nte malo no lo es subjetivam­ente, con lo cual parejas que conviven sin casarse o personas con comportami­ento homosexual podrían comulgar. Para otros, en cambio, lo importante es ser fieles a Jesucristo y presentar su mensaje, también el relacionad­o con la moral sexual, de forma íntegra, aunque eso suponga el rechazo de muchos. Además, hay que tener en cuenta que este sínodo es totalmente diferente a los anteriores. Los sínodos son un fruto del Concilio Vaticano II y fueron pensados como un órgano consultivo al servicio del Papa. Los obispos se reunían, debatían sobre un tema y luego le pasaban al Papa sus conclusion­es, que él utilizaba como creía convenient­e y con ellas elaboraba, pasado un año, una exhortació­n apostólica que tenía el rango de magisterio ordinario de la Iglesia.

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