Diario La Prensa

CIDH, reparando institucio­nalidad

- Noé Vega noevega99@gmail.com

Talvez propia mente no deberíamos hablar de reparación, pues cuando re paramos nos detenemos en las grietas del edificio, sino más bien en la construcci­ón de institucio­nal id ad, pues el hecho de que Honduras sea condenada dos veces, en el mismo año, por hechos similares, radiografí­a de cuerpo entero de la debilidad del Estado de Honduras ante la comisión de múltiples violacione­s a los derechos humanos, es algo para reflexiona­r lo profundame­nte. Con la segunda condena, el mismo año, departe de la Comisión In ter americana de Derechos Humanos contra el Estado de Honduras por las violacione­s cometidas ante la des ti tu ció nene laño 2012 de los magistrado­s de la Sala Constituci­onal de la Corte Suprema de Justicia se confirma lo que todos los juristas pensaban y adelanta ron: que aquella des ti tu ción tenía de todo, menos algo de legalidad. Que la remoción de los jueces supremos de la Sala Constituci­onal era un hecho nefasto en la historia de Honduras y que traería consecuenc­ias a nivel internacio­nal, tal como ha sucedido. Después de los jueces de letras y magistrado­s de apelacione­s, que también fueron amparados por la Comisión, ahora sucede lo mismo con los integrante­s de la Sala Constituci­onal del Tribunal Supremo. Un hecho que si se quiere ver aislado puede pasar desapercib­ido como un hecho jurídico, pero que si se le da contexto se le puede ver como un hecho paradójico. Si a los máximos jueces se les puede destituir por razones entera mente políticas, si se les puede echar de sus cargos sin que el sistema jurídico nacional tenga una capacidad de respuesta ante tales atropellos, qué puedee sperar el ciudadano común, quépuede esperar el de a pie, que se presenta ante la diosa Te mis nada más que con su conciencia de haber sido agredido, pisoteado en sus derechos, avasallado en su dignidad. Para que los hechos no se repitan. Cualquiera diría que todas estas sentencias de condena contra el Est ad oh on dure ño dejan lecciones importante­s para no cometer los mismos actos en el futuro, pero no, el Est ad oh on dure ño todavía necesita construir institucio­nal id ad, reparar las grietas internas y garantizar el acceso ala justicia para todos los hondureños, independie­ntemente de quién sea el que reclame. Sabemos que los dos grupos amparados por la Comisión están integrados por juristas ilustrados en el derecho interno yen el derecho internacio­nal, que pudieron plantear un reclamo que ala Comisión le pareció totalmente fundado en derecho, pero esa es una capacidad que no tiene el ciudadano común, por lo cual se hace tan esencial que el Estado garantice los mínimos derechos alas personas, un acceso gratuito, libre, sin restriccio­nes ala justicia para todos los ciudadanos. Estos hechos que nos avergüenza­n como nación y desnudan nuestras debilidade­s institucio­nales no deberían volver a repetir se, tal y como lo planteó en su informe la Comisión de la Verdad. Pero de esas recomendac­iones, la única verdades que poco o nada se ha cumplido, la integra lid ad de las recomendac­iones brindadas por este grupo denota bles hondureñ os tienen la clave para construir esa institucio­nal id ad que tanto anhelamos, ese informe de linea las herramient­as jurídicas para que el Estado de Honduras re pare grietas y construya institucio­nal id ad. El alcance y el propósito del informe dela Comisión de la Verdad no solo es reparar las grietas, sino prevenir los daño sal Est ad oh on dure ño ya la población en el futuro por hechos comolosde2­009, queabriero­n unas heridas que todavía no sanan. Para que los hechos no se repitan, como demanda el informe dela Comisión de la Verdad, tenemos que enfrentar nuestra más dolorosa verdad: no hay voluntad de construir, es preferible reparar, es preferible exhibirse ante el mundo tal cual somos, un Estado que no respeta los derechoshu­manos.

CONDENAS CONTRA EL ESTADO DEJAN LECCIONES PARA NO COMETER LOS MISMOS ACTOS EN EL FUTURO

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