CIDH, reparando institucionalidad
Talvez propia mente no deberíamos hablar de reparación, pues cuando re paramos nos detenemos en las grietas del edificio, sino más bien en la construcción de institucional id ad, pues el hecho de que Honduras sea condenada dos veces, en el mismo año, por hechos similares, radiografía de cuerpo entero de la debilidad del Estado de Honduras ante la comisión de múltiples violaciones a los derechos humanos, es algo para reflexionar lo profundamente. Con la segunda condena, el mismo año, departe de la Comisión In ter americana de Derechos Humanos contra el Estado de Honduras por las violaciones cometidas ante la des ti tu ció nene laño 2012 de los magistrados de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia se confirma lo que todos los juristas pensaban y adelanta ron: que aquella des ti tu ción tenía de todo, menos algo de legalidad. Que la remoción de los jueces supremos de la Sala Constitucional era un hecho nefasto en la historia de Honduras y que traería consecuencias a nivel internacional, tal como ha sucedido. Después de los jueces de letras y magistrados de apelaciones, que también fueron amparados por la Comisión, ahora sucede lo mismo con los integrantes de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo. Un hecho que si se quiere ver aislado puede pasar desapercibido como un hecho jurídico, pero que si se le da contexto se le puede ver como un hecho paradójico. Si a los máximos jueces se les puede destituir por razones entera mente políticas, si se les puede echar de sus cargos sin que el sistema jurídico nacional tenga una capacidad de respuesta ante tales atropellos, qué puedee sperar el ciudadano común, quépuede esperar el de a pie, que se presenta ante la diosa Te mis nada más que con su conciencia de haber sido agredido, pisoteado en sus derechos, avasallado en su dignidad. Para que los hechos no se repitan. Cualquiera diría que todas estas sentencias de condena contra el Est ad oh on dure ño dejan lecciones importantes para no cometer los mismos actos en el futuro, pero no, el Est ad oh on dure ño todavía necesita construir institucional id ad, reparar las grietas internas y garantizar el acceso ala justicia para todos los hondureños, independientemente de quién sea el que reclame. Sabemos que los dos grupos amparados por la Comisión están integrados por juristas ilustrados en el derecho interno yen el derecho internacional, que pudieron plantear un reclamo que ala Comisión le pareció totalmente fundado en derecho, pero esa es una capacidad que no tiene el ciudadano común, por lo cual se hace tan esencial que el Estado garantice los mínimos derechos alas personas, un acceso gratuito, libre, sin restricciones ala justicia para todos los ciudadanos. Estos hechos que nos avergüenzan como nación y desnudan nuestras debilidades institucionales no deberían volver a repetir se, tal y como lo planteó en su informe la Comisión de la Verdad. Pero de esas recomendaciones, la única verdades que poco o nada se ha cumplido, la integra lid ad de las recomendaciones brindadas por este grupo denota bles hondureñ os tienen la clave para construir esa institucional id ad que tanto anhelamos, ese informe de linea las herramientas jurídicas para que el Estado de Honduras re pare grietas y construya institucional id ad. El alcance y el propósito del informe dela Comisión de la Verdad no solo es reparar las grietas, sino prevenir los daño sal Est ad oh on dure ño ya la población en el futuro por hechos comolosde2009, queabrieron unas heridas que todavía no sanan. Para que los hechos no se repitan, como demanda el informe dela Comisión de la Verdad, tenemos que enfrentar nuestra más dolorosa verdad: no hay voluntad de construir, es preferible reparar, es preferible exhibirse ante el mundo tal cual somos, un Estado que no respeta los derechoshumanos.
CONDENAS CONTRA EL ESTADO DEJAN LECCIONES PARA NO COMETER LOS MISMOS ACTOS EN EL FUTURO