“VIVIMOS UNANOCHE MUYTRISTE”
Luego de que los ríos borraran del mapa a Morolica, Ramón Adalberto Espinal caminó durante unas 50 horas para salvar a su pueblo de la tragedia.
Laiglesia, elcolegio, laescuela, laalcaldía quedaron sumergidas en un lago que “seformóderomplón” enmenosdedos días. Las más de 300 casas, que poco a poco construyeron desde 1820, antes dequedarcubiertasporelagua, sedesplomaron trassergolpeadasporlasfuriosascorrientesdel río Texíguat y río Choluteca.
Desdeunacolinaqueestáenfrente, alrededor de las 7:30 de la noche del 30 de octubre de 1998, bajounalluviapertinaz, cuyasgotascamuflaban laslágrimasqueseescapabandesusojos, Ramón AdalbertoEspinalmirócuandolasúltimasluces deltendidoeléctrico, tambiéninmersoenelagua, dejarondeparpadearyseapagaronparasiempre.
Enesemomento, Espinal, quiensehabíaconvertidoenalcaldealos34años(enlaselecciones de1997), supoquelaprofecíacasiapocalípticase había cumplido.
“Mis abuelos siempre me dijeron que Morolica se iba a perder. Ellos decían que el río iba a inundar todo el municipio, pero nosotros no creíamos”, recuerda.
Mientrasobservaba“elgranmar”, formadode “cerroacerro”, pensabaqueyanohabíamástiempoqueperderyquehabíallegadoelmomentode emprenderunacaminatahaciaTegucigalpapara informarsobre“ladesgraciaquehabíaocurridoy pedirayudaparatodaslasfamiliasquequedaron sin casas”.
Con otros colegas de la alcaldía y habitantes de la sumergida Morolica caminaron hacia el barrio Las Delicias (se escapó de la inundación porqueaúnestáenlapartealta) ypasaronlanoche en la casa de Arcadia Valladares.
“Esa noche yo llamé a mi hermana a Cholu- teca y le dije que si no volvía a llamar era porque el pueblo se había perdido. No insistás, si no llamamos es porque el pueblo se perdió, le dije”, relata después de 20 años de haber sido víctima del huracán Mitch.
Esa noche no logró conciliar el sueño. Acostado en el suelo, a su mente llegaban ráfagas de imágenes de la tragedia. Recordaba con tristeza, por ejemplo, a José Marcial López, su esposa Patricia Isabel Rodríguez e hijos, también a su compadreRufinoVásquez, quienes, pornoacatar laordendeevacuacióndesaparecieronentrelas poderosascorrientesdeaguaturbiaquearrastra- ban carros, animales muertos y árboles.
“Se subieron a árboles de tamarindo y nosotrosescuchábamoscuandopedíanauxilio, pero nopodíamoshacernada. Fueunanochemuytriste. Aloírapersonasquepidenauxilioynopoder ayudarlas es doloroso. A uno se le parte el alma. Ellos (vivían fuera del pueblo) desaparecieron y nunca más los volvimos a ver”, lamenta.
El sábado 31 de octubre, a las 4:30 de la madrugada, elalcaldeselevantóyleconsultóatres militaressobrequiéndeellospodíaacompañarlo a la capital. Matamoros (de 19 años), quien tenía los zapatos rotos, se puso a sus órdenes.
“ElplaneraquelanoticiadeMorolicaimpactaraenTegucigalpa. Mecompadecíysentídolor porque había gente que me preguntaba ‘dónde vamos a comer’, había gente que tenía niños y decían y ‘dónde vamos a comprar leche para estos niños’ (...)”, dice. Acompañado por su padre, VicenteEspinal, yMatamoros, quiencambiólos zapatosmilitaresrotosporbotasdehule, yunos tresmuchachosmásviajaronporcaminosatestados de lodo.
Elprimerodenoviembre“llegamosalasCasitas, cercadelZamorano, y deallíseguimos. Como alastresdelatardeaIzapa(...). Allínosdieronde comerynosdieronropa(...). Escuchéunanoticia enHRNquedecíaqueMorolicasehabíaperdido. Amínomepreocupótantoporquesabíaqueningunapersonadelpueblosehabíaahogado, pero me preocupé por la gente que no sabía. De allí llegamos a la escuela agrícola y le pedimos jalón alosmuchachosdelaescuela, elmilitarseponía de frente con el Fal en la carretera, pero nunca nos quisieron dar jalón”, dice.
Aproximadamente a las 7:00 de la noche, cuando ya estaba más cerca de la capital, en El Chagüite (Cerro de Hula), “un señor de un carro de paila” le ofreció que lo trasladaría a un hotel. “Me fue a dejar al hotel Cosmopolitan, cerca del Guanacaste. Allídejéamipapáyamiscompañeros para que descansaran”.
Con los pies amarillentos y llagados, dio la noticiaantelosmediosdecomunicación: Morolíca desapareció y más de 2,500 personas están damnificadas. En marzo de 2001, con ayuda de organizaciones internacionales y del Gobierno, EspinalfundóNuevaMorolicaa5kilómetrosdel lugar del siniestro 1
Seis personas salimos de Morolica hacia Tegucigalpa. Cuando habíamos caminado unos 8 kilómetros, dos muchachos me dijeron: alcalde, nos quedaremos aquí, no aguantamos (...). En el camino encontramos a algunas personas y nos dijeron que no continuáramos, que era una locura porque la carretera se había perdido”. Siempre le he pedido a Dios que me permita escribir un libro para que quede grabado en la historia de Honduras. Hasta ya tengo el nombre: Una caminata de un alcalde para recordar. Ni llevaría mi nombre. Cuando uno siente en su corazón no es fácil olvidar”. Ramón Adalberto Espinal Exalcalde y fundador de Nueva Morolica