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uando el huracán Mitch azotó Honduras, el poder destructor del río Ulúa fue incontenible y afectó a varios municipios causando muchas muertes por la rápida crecida de su caudal.
Uno de los lugares más perjudicados por el desborde del Ulúa fue El Progreso, Yoro, en donde las llenas cubrieron zonas enteras del municipio. La ciudad supo sobreponerse y se ha ido modernizando de a poco.
Sin embargo, aunque el Gobierno y la Municipalidad han hecho varias obras de mitigación, es innegable que las crecidas del Ulúa todavía son el punto débil de la ciudad.
“A pesar de los esfuerzos de las autoridades tras el Mitch, aún hay zonas susceptibles a inundaciones. La Finca 3, Finca 4, El Socorro, Las Américas, la Policarpo Paz García, la San Martín y la San Miguel, entre otras. Todas son vulnerables, como los campos bananeros”, explica Cándido Guifarro, subteniente de los bomberos de El Progreso.
Beneficio y perjuicio. El río Ulúa es la bendición y la maldición de El Progreso. Por una parte es vital para la agricultura, ganadería, silvicultura y la pesca, a las cuales se dedica el 21.5% de los progreseños.
Estas áreas son la mayor fuente de empleo en el municipio, superan al comercio y la industria manufacturera o maquila (aporta el 17.9%).
En contraste, cuando llega la temporada lluviosa, el mismo torrente es capaz de causar muerte y devastación, como hizo en 1998.
“Fue exagerado. Jamás he visto algo parecido. Yo experimenté el huracán Fifí, pero el Mitch fue extremo, tenía una fuerza brutal y el río Ulúa hizo estragos”, indica Guifarro.
El subteniente de los bomberos, con un nudo en la garganta, relata que le dolió cada tragedia, pero una en especial lo marcó para siempre.
“Es muy triste. A veces no quiero ni decirlo. Un compañero bombero estaba rescatan- do a sus hijos en la Finca 3, pero cuando ya venían se les dio vuelta la lancha. Él sobrevivió, pero se le ahogaron los tres hijos. Fue una desgracia. Uno no quiere ni recordar eso. Él se fue a Estados Unidos”.
Desaparición. German Uclés, secretario del Comité de Emergencia Municipal, dice que él vivía en una colonia relativamente cerca del río Pelo, el cual generalmente pasa semiseco, pero durante el Mitch fue arrasador.
“El barrio Pénjamo desapareció prácticamente todo. El río Pelo lo destruyó. Ahora algunos habitantes han vuelto a regresar a zonas cercanas, que siempre son peligrosas”, explica.
La población de El Progreso es de más de 196,000 personas, de las cuales 49,458 viven en el área rural y 147,426 en el área urbana.
Uclés considera que el Mitch dejó algunos daños permanentes. “El cultivo de banano decayó y nunca se recuperó”.
“Desde el huracán, El Progreso creció mucho en infraestructura, comercio y economía. Trabajamos en reducir los riesgos, pero hay desastres que no hay país que pueda contenerlos del todo”, asegura. 1