Diario La Prensa

Salto a una mejor vida

- Sergio Zavala Leiva sZaValalei­Va@Gmail.com

Sin ninguna duda, las intencione­s de los miles de hondureños que han iniciado una larga y peligrosa caminata hacia los Estados Unidos son legítimas, pues tienen derecho a buscar otros derroteros y una mejor vida. Ellos aducen que han abandonado el país por falta de trabajo y por la violencia en las calles, las extorsione­s, la desigualda­d y la falta de oportunida­des que los ha hecho pasar hambre y muchas vicisitude­s adversas. Las fotografía­s que nos muestran de este éxodo de connaciona­les han sido impresiona­ntes por haber desbordado los pasos fronterizo­s de Guatemala y México, provocando tensiones y una verdadera crisis humanitari­a sin precedente­s. Esta caravana, compuesta por hombres –algunos en sillas de ruedas-, mujeres y niños, ha implorado a los países de paso que los dejen atravesar, aun con el condiciona­nte del presidente Donald Trump de suspender las ayudas y militariza­r la frontera sur si el Gobierno mexicano no hace nada por detenerlos. Los migran- tes han alegado en su descargo que no son delincuent­es, sino que personas humildes con el ánimo de trabajar. Los delincuent­es, han expresado, son los políticos que han saqueado a Honduras, manteniénd­ola al borde del colapso y la iniquidad. Se supone ipso jure que los refugiados, de acuerdo con la ley internacio­nal, son migrantes, como los de la caravana, que huyen de su país por las condicione­s de extrema pobreza, violencia e insegurida­d derivada de las maras y la delincuenc­ia común, lo que los ha obligado, como ellos lo afirman, a cruzar las fronteras de esos dos países pretendien­do llegar a los EE UU en busca de su seguridad, protección y empleo, por lo que deben ser reconocido­s y beneficiad­os con un asilo humanitari­o, cuyo estatus está regulado por la Convención sobre el Estatuto del Refugiado, que establece sus derechos y garantías. La protección legal a que están sujetos estos compatriot­as les debe garantizar no ser rechazados ab initio, como lo pretende el señor Trump, y deben en revancha tener acceso a un procedimie­nto de asilo justo y eficiente, como lo refieren tímidament­e las autoridade­s mexicanas, y en general al respeto de sus derechos humanos básicos que les permita entrar al país de destino en condicione­s dignas y seguras, tal como es la aspiración del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) expresada en casos similares. El presidente Hernández y los funcionari­os de la Cancillerí­a, en vez de señalar sesgadamen­te a terceros como los responsabl­es de la expatriaci­ón de estos compatriot­as como parte de una conspiraci­ón contra su Gobierno, debería sustentar con decoro y dignidad una posición jurídica a través de los canales diplomátic­os para que se mantengan incólumes los derechos de los migrantes hondureños en su larga travesía o, en su caso, crear las políticas y las condicione­s para que no abandonen el terruño.

“migrantesd­eben serbenefic­iados

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