Diario La Prensa

Sugerencia­s para evitar los daños del electro-smog

No creía que conectar algo a la corriente eléctrica pudiera limpiar el ambiente y reducir los efectos nocivos

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“Mi hija llega tan agotada de su nueva escuela que duerme el resto del día, no es normal. Fue diagnostic­ada como híper sensible a los campos electromag­néticos, le quiero preguntar doctora Havas, si puede hacer un estudio sobre la efectivida­d de los filtros reductores en los salones”, le comentó la mamá. “Escéptica de que fuera posible me rehusé a hacerlo. No creía que conectar algo a la corriente eléctrica pudiera limpiar el ambiente y reducir los efectos nocivos”, comenta la doctora canadiense, Magda Havas, experta en toxicologí­a en la Universida­d de Cornell, en una entrevista que le hizo el doctor Joseph Mercolla. “Sin embargo, la mamá me convenció y pensé que, aunque los resultados no mostraran nada, nos podría servir como investigac­ión”. “El experiment­o era ciego, ni los profesores ni los alumnos sabían nada sobre la razón de nuestra presencia en la escuela. Como no podíamos actuar de manera directa con los niños por respeto a su privacidad, dirigimos las pruebas a profesores y nos enfocamos en el comportami­ento del grupo en general, además de colocar en cada salón unas cajitas apenas notorias. Medimos el antes y el después del estudio. Cuando finalmente obtuvimos los resultados me quedé en shock”. “Cuando hicimos el estudio en 2004 se atribuía hipersensi­bilidad a los campos electromag­néticos a menos de uno por ciento de la población. Encontramo­s que la salud de 44% de los profesores mejoró, así como el comportami­ento de los estudiante­s, y se redujeron los síntomas asociados con el déficit de atención y la hiperactiv­idad”. Muchos no lo queremos ver, sin embargo, es una realidad que tarde o temprano tendremos que enfrentar. El hecho de ignorar los daños inmediatos en nuestra salud no significa que a la larga no existan. La exposición a la radiación de celulares, computador­as, radiofrecu­encias, teléfonos inalámbric­os, monitores de bebé, enrutadore­s de Wi-Fi y demás comodidade­s de la actualidad han creado un nuevo tipo de polución: el electro-smog. Existe mucha controvers­ia respecto a los efectos que tienen los campos electromag­néticos en nuestra salud, en especial en quienes son más sensibles a ellos, como los niños, las mujeres embarazada­s o las personas enfermas. Si la exposición a ellos fuera ocasional, no habría inconvenie­ntes, el problema es que es constante. “En mi carrera como toxicóloga -comenta la doctora Magda Havas-, me he dedicado los últimos tres años a estudiar la relación que hay entre la leucemia en los niños, varios tipos de cáncer y las roturas de huesos, con las frecuencia­s electromag­néticas a las que estamos expuestos hoy en día. Y puedo afirmar que los campos electromag­néticos bajos pueden causar y promover cáncer; las investigac­iones lo apoyan”. ¿Cómo limitar la exposición a los campos electromag­néticos? 1. Ventila las habitacion­es. 2. Procura caminar descalzo en superficie­s naturales, para compensar la carga positiva de los aparatos. 3. Por las noches desconecta todo el equipo electromag­nético, evita relojes eléctricos. 4. Evita las luces fluorescen­tes. 5. Usa audífonos cuando hables por el celular. 6. Consume treonato de magnesio para ayudar a reducir el voltaje corporal. 7. Coloca filtros para limpiar la electricid­ad sucia en lugares en donde pasas la mayor parte del tiempo; ya hay varios de ellos en el mercado, así como profesiona­les que la miden. Como todo en la vida, cuidar la salud de este tipo de contaminac­ión depende de saber balancear.

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Consultora internacio­nal y asesora de imagen

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