Dos décadas
El pasado, en los ámbitos personal y colectivo, debe ser fuente de sabiduría, de experiencia para aprender la lección, levantarse en las caídas y evitar los fracasos. LA PRENSA, durante la semana pasada, proporcionó a sus lectores una panorámica histórica detallada de los trágicos sucesos ocasionados por el huracán Mitch en los cuatro puntos cardinales del país con amplia documentación gráfica comparativa de aquellos días, hace 20 años, y cómo se encuentran hoy aquellos mismos lugares donde la recuperación lenta proporciona esperanza a la población, pero también con el amargo sabor de no haber aprendido suficientemente la lección para prevenir otros desastres. Dos décadas, el ayer cercano, y mostraron las páginas el mar y el Aguán destruyendo Santa Rosa en el Caribe tras pasar el fenómeno natural por la isla de Guanaja, de la cual también muestrael archivo fotográfico la destrucción y el nuevo impulso de vida durante estos últimos años. Tegucigalpa se convirtió en el centro de las miradas y preocupación de todos los hondureños, igual que Choluteca y la Costa Norte. Vino la ayuda de la cooperación internacional, muy generosa en aquellos días, pero de cuyo manejo se escribieron muchas líneas torcidas y se utilizaron vanas palabras. El paso del huracán y sus trágicas consecuencias son toda una referencia de lo bueno y lo malo en la vida nacional, pues el heroísmo, la solidaridad y ayuda inmediata fueron el mayor de los alivios para miles de familias que perdieron seres queridos y bienes. Pero también, como ocurrió en escenarios similares anteriormente, léase Fifí, el desvío de la ayuda y falta de seguimiento a las oportunidades que proporcionaron la condonación de la deuda externa con motivo del milenio y el desarrollo de la Estrategia para la Reducción de la Pobreza, impidieron sanar plenamente las heridas y emprender un verdadero camino para el desarrollo económico, el progreso social y el entendimiento político, de manera que dos décadas después de aquellas nefastas jornadas de finales de octubre y primeros días de noviembre no solo los índices no revelan mejoramiento, sino que, incluso, los riesgos por daños en el ambiente son cada vez más graves como ha quedado mostrado con las últimas lluvias. El documento periodístico, recuerdo de hace 20 años, termina con una triste, pero real apreciación, “Honduras no aprendió la lección” y por eso estamos como estamos, agregamos nosotros.