Nuevos aires
Ya anunciados y con signos de evidente radicalidad, los resultados de la segunda ronda en las elecciones brasileñas siguieron el guion previsto, pese a que a última hora un supuesto avance en la popularidad trataba de acortar distancia y elevar imagen. Nos referimos al 55% del electorado que votó por el ultraderchista Jair Bolsonaro, un porcentaje muy similar al obtenido por Lula da Silva, la figura del Partido de los Trabajadores, hoy en prisión, cuyo supuesto respaldo mayoritario en los estratos sociales medio y bajo resultó estafa, pues los brasileños, ojalá sea con buen criterio, hallaron otro mesías. Populismo de derecha, reacción a la violencia e inseguridad, rechazo a la corrupción y no poco de fundamentalismo religioso sintetizado en sus palabras, “la misión no se escoge ni se discute”, marcará el próximo gobierno en el país sudamericano, postrado en los últimos años a la espera de acciones firmes y determinantes para el rescate del país. Pero no es lo mismo verla venir que platicar con ella, y Bolsonaro, que tomará posesión el primer día del próximo año, no ha mostrado todavía los fuertes de su administración, pues la nebulosa de su discurso electoral se encaminó a atraer los votos de los indecisos, de los descontentos del PT y de una gran mayoría harta del saqueo, inseguridad y pobreza. La campaña y la victoria del candidato del Partido Social Liberal habrá que verlas como resultado de la estategia electoral, pero también como castigo a quienes han gobernado en los últimos años y como esperanza de un cambio que fortalezca la democracia, no concentre el poder, aprenda a manejar la agenda administrativa de la que hasta ahora no tiene experiencia y, sobre todo, deje la retórica y afiance su imagen de honestidad y eficacia en el campo de la economía. Las interrogantes son numerosas, pero al tiempo, dando ya vuelta en la última esquina, del Socialismo del Siglo XXI han llegado al continente vientos en otras direcciones, pues el poder corrompe y son poquísimas las administraciones concluidas que no tengan enredos en los tribunales o sus personajes en prisión. Las expectativas en Brasil son muchas, pero los temores se multiplican con el pasado del presidente electo, reflejado en sus múltiples y duras declaraciones. Está por escribirse un nuevo capítulo en la historia de Brasil, con bendiciones de muchos y abundantes malos augurios también de muchos. Dos nuevos presidentes en el continente, dos distintas maneras de concebir el cambio por el desencanto con las formaciones tradicionales: Andrés López Obrador en México y Jair Bolsonaro en Brasil.