Diario La Prensa

Por qué dialogar

-

Para muchos, el diálogo nacional en marcha nació muerto. Dicen que no están los que deberían, que no se hablarán los temas que interesan al pueblo y cien cosas más que dejan expuesto el oficio de algunos políticos en Honduras; sembrar dudas y desconfian­za. Parecen olvidar que los ojos cansados de toda una sociedad están expectante­s en la siguiente jugada. Más les valdría dejar de lado sus juegos y tomarse en serio la responsabi­lidad histórica de detener las diferencia­s, ponerse de acuerdo y comenzar a construir el bien común. Alguno podría preguntars­e: ¿Para qué dialogar?, si al final los que gobiernan tienen clara su agenda y pareciera que no están dispuestos a ceder en ningún aspecto. El pretendido diálogo podría verse incluso como una técnica dilatoria que permite a los de siempre continuar haciendo lo de siempre. Sin embargo, el tiempo corre, y en relación con hacer creíbles las siguientes elecciones algunos mencionan que ya estamos en déficit para hacer lo necesario. ¿No nos damos cuenta de que somos una sola familia que vamos en el mismo barco a un destino común?, como siempre, los más necesitado­s y vulnerable­s son los que pagan las facturas de los desacierto­s de unos pocos. El costo de la falta de entendimie­nto es más que evidente. Por más que se maquillen indicadore­s económicos, la salida constante de niños a otros países, algunas veces sin sus padres, es más que elocuente. Sin embargo, basta con ver los cuestionam­ientos de una funcionari­a a nuestros compatriot­as que emigran para darse cuenta de la desconexió­n con la realidad a la que se puede llegar cuando se gobierna desde un escritorio en una oficina con aire acondicion­ado. En una ocasión, el papa Francisco mencionaba: “Cuando los líderes de los diferentes sectores me piden un consejo, mi respuesta siempre es la misma: diálogo, diálogo, diálogo. (Sigue) JUAN CARLOS OYUELA

Newspapers in Spanish

Newspapers from Honduras