El camino del perdón
Hablar de perdón es algo serio, no nos referimos a pequeñas circunstancias que se solucionan con un “lo siento ”, sino a cuestiones que tocan profunda me ne nuestras vidas. Vamos a emplear tres palabras, agresión, agresoryagredido. La agresión es como una herida con distintos grados de profundidad. Entodocaso, lastima, duele, hace daño. La agresión lleva a nuestra vida ala maldad y pudre por dentro. Somos sumergidos en un mar de emociones, ira, agobio, deseosde venganza, amargura y sin sentido. El agresores la persona que ha provocado la herida, el instrumento a través del cual el mal toca la puerta. Siesdesconocido, duele, perosies una persona amada es des vas ta dor. El agredido es quien ha recibido el impactodelmal. Laheridarecibida lesiona y desconcierta, transforma en víctima. Sur gen sentimientos derabia, tristeza, incomprensión eincentidumbre. Nace el resentimiento, el odio encuentra acogida en el corazón y puede surgir una alternativa: devolver mal por mal. El perdón es el mejor cicatriz ante paraelcorazón. Almismotiempo conviene saber que no puede situarse en el nivel de los sentimientos: depende ría de nuestro estado deánimo. El perdón se ubica en el horizonte de las decisiones: se decide perdonar, hay una convicción de por medio que llega incluso a transformar nuestros sentimientos. Esta transformación, quecambiaelodio del corazón y abre la puerta ala reconciliación, la llamamos con versión, explica B ria nArrio la. El perdón no es fácil pero es liberador, descarga el corazón del peso delmalrecibido; darypedirperdón requiere fuertes notas de humildad, pues sin amores prácticamente imposible. Tener el deseo de perdonar es una pequeña luz de esperanza en medio de la oscuridad del dolor. Es una semilla que conviene cuidar y hacer crecer. Un ejemplo vitales Jesús, que muere en la cruz pidiendo perdón por los que lo están asesinando. El perdón muestra en nuestra historia el triunfo de la vida sobre lamuerte.
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