Las ollas se recalientan
La olla se recalentó y explotó el 19 de abril de este año. Nadie dirigió esta insurrección cívica. Fueron estudiantes espontáneos que salieron a defender a los ancianos de la jauría acostumbrada a golpear impunemente, con el apoyo policial de una familia, a los que protestan legalmente por los abusos de esta última. La olla que explotó fue pequeña. Surgieron muchas ollas o volcanes encendidos. Las represiones, humillaciones, encarcelamientos ilegales, juicios sin fundamento, vacío total de un Estado de derecho demandado por la gran mayoría del pueblo nicaragüense sigue siendo el estímulo para este movimiento cívico. Esto está provocando actividad en las ollas que se están recalentando y de un momento a otro explotarán. Será peor que el 19 de abril, lo dice claramente la historia reciente. Los y las que hemos vivido estas tragedias debemos luchar cívicamente para impedir que esta escalada de absurda violación de Derechos Humanos continúe. Destino incierto. Son los que promueven estas explosiones sociales, con su violencia institucional, los que llaman al diálogo y luego cierran puertas a este, los que deben detener esta desgracia. La nación nicaragüense está sufriendo. Inseguridad total, angustia, miedo, terror; torturados, exiliados, desaparecidos, juicios amañados, violados y humillados están a la orden del día. Nada aconsejable. A la familia nicaragüense ya la dividieron y las lágrimas de ambos lados surcan las mejillas. Esto no puede continuar. Las ollas recalentadas explotarán irremediablemente y todos, sin excepción, sufriremos de una u otra forma mucho más. Aún se puede evitar.