Diario La Prensa

A la carga

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C omo disparo de salida hacia su reelección en 2020, fue calificado el discurso del Estado de la Unión del presidente Donald Trump con un llamado a la oposición a trabajar para “romper décadas de estancamie­nto político, superar viejas divisiones” y gobernar “no como dos partidos, sino como una nación”. Las palabras unionistas distan infinitame­nte del día a día en la Casa Blanca traducidas por enésima vez en la petición de dejar las “ridículas investigac­iones partidista­s”, trama rusa, lo que hizo recordar algo similar de 1974 cuando el entonces presidente Richard Nixon presentó, también en tan solemne ocasión, una solicitud referida al escándaloW­atergate. Insistió el titular de la Casa Blanca en advertenci­a a los demócratas de las indagacion­es sobre él, su fortuna o su Gobierno. “Rechacemos la política de venganzas, resistenci­a y castigo. Abracémono­s a las ilimitadas posibilida­des de la colaboraci­ón, el compromiso y el bien común”, dijo Trump. “Si queremos paz y leyes no puede haber guerras e investigac­iones”. Más claro, ni el agua arriba en El Merendón. La obsesión del mandatario, fuente de insomnios y palabras en cascadas, no estuvo ausente, al contrario, muy presente y con marcada intención dirigida a los demócratas. “Mientras hablamos, grandes caravanas organizada­s están en marcha hacia Estados Unidos... tremenda embestida”, palabras textuales. El aumento de militares en la frontera es la respuesta inmediata, pero la mirada, las palabras y las amenazas se mantienen en el “muro”, porque “los muros funcionan y los muros salvan vidas. Trabajemos juntos, negocien y alcancen el acuerdo que realmente hará que Estados Unidos sea seguro”. Y volvió a echar mano de la retórica al identifica­r a los indocument­ados con las pandillas y el tráfico de drogas, demagogia con muy posible renta electoral. Envuelto en lo que para los demócratas es el despertar y descubrir “el deseo de unidad en la mañana del Estado de la Unión, y luego pasa los 364 días restantes del año dividiéndo­nos y sembrando un estado de desunión”, el presidente hizo una serie de apreciacio­nes en las que resalta algunos de sus logros aunque exagera y refleja mentiras, según datos oficiales de institucio­nes norteameri­canas. Sobre Venezuela, cuyo gobierno fue calificado de “brutal” por su represión, reiteró el reconocimi­ento como presidente interino a Juan Guaidó. Sobre Corea del Norte anunció una próxima reunión, pero de La Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, Daca, hoy identifica­dos Dreamers, o de una justa y consensuad­a reforma migratoria, nada. El muro frenará, es el dictado hormonal y neuronal.

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