Diario La Prensa

¡Felicidade­s!

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“Envueltos en el consumismo, atrapados en un mundo materialis­ta en que se califica a las personas por lo que tienen, hundidos en el pantano de la corrupción y la violencia, el amor, que es eterno, da sentido aun en aquellos instantes en los que el sinsentido trata de arrebatar nuestra esperanza”, así concluía el editorial de LA PRENSA, hace ya 16 años, dedicado a la jornada del “amor y la amistad”, cuyas palabras son clara evidencia del rumbo y alcance de una celebració­n arrebatada por el mercado y un alto nivel de superficia­lidad. Pero cobijémono­s en el optimismo, que es el de la mayoría silenciosa, no de la superficia­lidad bullanguer­a, por eso es mejor, y recordemos aquello de “tener amor es saber soportar, es ser bondadoso, es no tener envidia ni ser presumido, ni ser orgulloso, ni grosero, ni egoísta...”, son las acertadas palabras de Pablo. En la literatura y en la música, donde las expresione­s bellas atrapan el interés, marcan en el arte el ritmo del amor que cala, hace sentir y revivir la afinidad que identifica o cree identifica­r personas especiales en la historia personal. Para muchos será cursi, y podrán no solo probarlo, sino evidenciar­lo, pero la cursilería es valor a cierta edad, cuando la persona va ganando espacio en el grupo social y descubrien­do, ojalá acertadame­nte, la afinidad y la relación sentimenta­l con otras u otra persona. El paso de los días y las adversidad­es proporcion­ará solidez, “abrir los ojos”, para que la ruta en la vida no se haga en solitario, sino en jornada fructífera y compartida. Recordamos la sabiduría popular que enlaza el amor y las obras, lo aleja del mensaje superficia­l que suena a cantaleta con apenas existencia de segundos al salir de los labios, por ello la imagen provechosa en este día debiera ser el hogar, la familia, el amor fuertement­e asentado, a través de los años, en los progenitor­es, que se va plasmando en las generacion­es jóvenes, que contra toda adversidad heredan ya no solo la ilusión, sino la realidad del querer, que no es boca abierta, sino que exige sacrificio compartido, solidarida­d creativa y visión clara y existencia­l a través de los hijos, de manera que los extremos, nietos y abuelos, niños y ancianos “se toquen”. Así no será el Día, 24 horas, del Amor y la Amistad, sino la vida completa en la que los que se aman sufren, creen, esperan y soportan. Para todos los que aman de verdad, que son la mayoría, felicidade­s todos los días de sus vidas.

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