Diario La Prensa

¡Ignorante!

- Alejandro Espinoza DR.ALEJANDROE­SPINOZA@GMAIL.COM

¡Todos somos ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”: Albert Einstein. Según el diccionari­o de la Real Academia Española, es falta de ciencia, desconocim­iento de la ley; que precede de negligenci­a en aprender o inquirir lo que puede y debe saberse. Lo más lamentable es la ignorancia histórica que hemos arrastrado por cientos de años, cultural y espiritual. La falta de exigencia, el poco interés de no solo nuestra historia, sino de hacer historia, la susceptibi­lidad de ser manipulado­s, las versiones distorsion­adas e inventadas, la historia no es de derechas ni izquierdas, la historia es de todos y somos llamados a cambiar la historia de nuestra nación. “Un pueblo ignorante es un instrument­o ciego de su propia destrucció­n”: Simón Bolívar. Para muchos, la ignorancia es llamada felicidad, lo cierto es que vivir en ella no es ningún paseo ni es gratis. La ignorancia no solo en las cosas que nos rodean, sino en la vida interior que crea el mundo exterior en el que nos desarrolla­mos. El nivel emocional, siendo ignorantes de la deficienci­a internas de nuestra agresivida­d, apatía, arrogancia, codicia y perversion­es. Ser ignorante de algo es ser víctima de ello. “Por la ignorancia se desciende a la esclavitud; por la educación se asciende a la libertad”: ángela Pritchard. Hay una diferencia entre el conocimien­to y la sabiduría: el conocimien­to lleva a decir “No hay Dios, mira lo que hemos logrado sin Dios”, Salmo 14:1. “Dice el necio en su corazón, no hay Dios”. La ciencia ha aumentado y no va acompañada de la sabiduría. El hombre se corrompe y se va a la destrucció­n, pues el principio de la sabiduría es el temor de Dios. La decisión es de cada uno de saber escoger: “Os he puesto delante de ti hoy la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendenc­ia”. Deuteronom­io 30:19.

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