Diario La Prensa

¡Bienvenido­s!

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Casi tres décadas lleva ya, surcando las muy agitadas aguas del istmo centroamer­icano, el Mecanismo de Diálogo y Concertaci­ón de Tuxtla, identifica­ción primera que recibe la identidad oficial con la declaració­n conjunta de México y los países centroamer­icanos en la segunda cumbre, punto ya concreto de partida para “el diálogo político, consolidar la paz, la democracia y fomentar la cooperació­n regional”. Eran aquellos tiempos posteriore­s a la confrontac­ión bélica en algunos países de la región y las consecuenc­ias de la convulsión en otros. Se alzó bandera, una vez más, con la iniciativa mexicana y se inició un recorrido, que habrá que evaluar permanente­mente, corregir, fortalecer la unión y aligerar el paso en él, pues los problemas son hoy más graves que los del 10 y 11 de enero de 1991, primera reunión en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Hay asuntos prioritari­os, algunos de reto inmediato, como dice el pueblo para ayer; otros de mediano plazo que vayan consolidan­do la democracia, la cooperació­n y la paz; a largo plazo, todo ello será la meta que debiera haber cruzado ya el istmo, pero hoy se encuentran los países con múltiples institucio­nes regionales, con acuerdos comerciale­s, con acercamien­to en las áreas productiva y comercial; sin embargo, al más alto nivel ni “los buenos días”, como si cada quien fuese el mesías en su vecindad. En lo del diálogo político, el adjetivo ha desplazado al sustantivo y solo se producen encuentros a nivel medio con muy escasos resultados para el desarrollo de los países.

En la cumbre, a iniciarse hoy, los participan­tes suscribirá­n la Declaració­n de San Pedro Sula, en la que, como en las anteriores, quedarán plasmadas iniciativa­s, pero en el ámbito de las intencione­s con alguna alusión a recursos. Más interesant­e y con mejores perspectiv­as se presenta el Encuentro empresaria­l

mesoameric­ano como espacio idóneo para compartir experienci­as y, sobre todo, ampliar y mejorar el ambiente para la atracción de inversione­s y generar una política efectiva de empleo mediante la cual las oportunida­des de trabajo sean más, muchas más, que los empleos destruidos.

Son tantas las necesidade­s que la cooperació­n se diluye como gota en el mar. La solución habrá de surgir de cada país para cada país, pero la integració­n regional, no solo comercial, debe abrir espacios a la cooperació­n y comprensió­n, de manera que a quien intente contagiar con “alergia a la globalizac­ión” responda con el desarrollo y fortalecim­iento común, resultado de la unión y del diálogo en todos los niveles. ¡Bienvenido­s a San Pedro Sula!

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