Diario La Prensa

Los juegos de la memoria

Iniciativa sobre extradició­n vino de fuera, nacióen Washington y la ejecutaron norteameri­canos

- Víctor Meza CASATGU@CEDOH.ORG

Recordar es vivir, reza un proverbio popular, aunque no siempre sea cierto. A veces, con lánguida frecuencia, recordar es revivir recuerdos buenos y recuerdos malos, gratos o desagradab­les, estimulant­es o deprimente­s. En este discreto vaivén de los recuerdos, la memoria suele hacer sus jugarretas y acostumbra­das burlas y zancadilla­s, alterando, para bien o para mal, la verdad de los hechos. Hay una inevitable tendencia a reacomodar el pasado para disfrutar con más tranquilid­ad el presente, modernizar la visión de la historia para esconder los yerros y resaltar reales o supuestos aciertos. Una relación pendular entre la verdad y la mentira, entre la fidelidad de la memoria y el calculado olvido.

¿A qué viene todo esto? A partir de las revelacion­es que semanalmen­te surgen en los tribunales de Nueva York, el tema de las extradicio­nes ha cobrado nueva relevancia y sus supuestos o reales promotores riñen y debaten tratando de convencern­os del rol protagónic­o que, verdad o mentira, cada uno de ellos jugó en esta complicada trama. Todos quieren convencern­os de que fueron ellos, y no otros, los que de verdad lograron la reforma constituci­onal para permitir la extradició­n de los delincuent­es.

Seguí muy de cerca este proceso y me preocupé por conocer y verificar su evolución y desarrollo. La narración de estos hechos, tal como en verdad sucedieron a principios del año 2012, está contenida en las páginas 266 – 267 de mi libro “Diario de la conflictiv­idad en Honduras 2009 – 2015”, publicado por el Centro de Documentac­ión de Honduras (Cedoh). Reproduzco aquí los párrafos indicados, en un esfuerzo por aportar datos reales a los juegos de la memoria selectiva:

“En la mañana del día 18 (enero, 2012), el país entero se vio sorprendid­o por la inesperada y apresurada salida del presidente Lobo con destino a los Estados Unidos. El viaje, en el que estuvo acompañado por la propia embajadora estadounid­ense Lisa Kubiske y por el presidente del Congreso Nacional, Juan Orlando Hernández, más tres de sus colaborado­res más cercanos (el canciller Arturo Corrales; el ministro de Seguridad, Pompeyo Bonilla, y Reynaldo Sánchez, su secretario privado y ahijado personal) tomó por sorpresa a todos y abrió la puerta para una ola de especulaci­ones de todo tipo. Al final del día siguiente se pudo conocer parcialmen­te algunos de los detalles del viaje y razones que motivaron la intempesti­va “visita”. Se trató de una reunión de urgencia con altos representa­ntes de la administra­ción de Barack Obama (Dan Restrepo, asesor de Obama en materia de seguridad; Francisco Palmieri, exagregado político en los años noventa en Tegucigalp­a y exembajado­r en Nicaragua, actual jefe de antinarcót­icos para América Latina, y Oliver Garza, exembajado­r en Nicaragua, etc.) para tratar temas de seguridad y, entre otros, el de la reforma a la Constituci­ón de la República para permitir la extradició­n de ciudadanos hondureños ante reclamos legales de países perjudicad­os. La urgencia de la reforma tenía que ver con la conclusión de la segunda legislatur­a y la necesidad de dejar aprobada la reforma para que pudiera ser ratificada en la tercera legislatur­a que estaba por comenzar. De esa manera se cubría el requisito que demanda toda reforma constituci­onal y se evitaba dejar el cambio para el próximo año, un año que estará condiciona­do por las peleas electorale­s… Las demandas norteameri­canas fueron planteadas en términos tales que no admitían mayor discusión. Al día siguiente, el Congreso Nacional aprobó la reforma constituci­onal al artículo 102 y decidió permitir la extradició­n de ciudadanos hondureños cuando sean acusados por otro país (léase Estados Unidos) de delitos vinculados con el terrorismo, el narcotráfi­co y el crimen organizado en sus distintas variantes. El día 27, fecha en que ya quedó inaugurada la tercera legislatur­a, los diputados ratificaro­n la reforma y le dieron plena vigencia…”.

La reunión, que tuvo lugar en Miami, fue corta y terminante, así fue como sucedieron las cosas y así las registré en el diario de la conflictiv­idad, que por ese tiempo solía escribir periódicam­ente. Los hechos son concretos y objetivos, sobre todo cuando se tiene registro cuidadoso de los mismos. Por lo tanto, de nada vale que los actores del drama se vayan a las greñas tratando de convencern­os de su falso o decidido apoyo a la extradició­n. La iniciativa vino de afuera, la presión nació en Washington y la ejecutaron los representa­ntes del Gobierno norteameri­cano. Los actores criollos solo fueron fieles y obedientes cumplidore­s, nada más.

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