Diario La Prensa

Conoce los efectos de la tiranía de la mente

Cada persona crea un mapa propio de la realidad que alimenta sus 5 sentidos y que el cerebro interpreta

- Consultora internacio­nal y asesora de imagen

La mente puede ser una gran tirana, lo sabemos. La única manera de vivir en paz es comprender sus necesidade­s básicas y alejarnos de sus reacciones primarias y agresivas, que pueden extender sus redes hasta dominar nuestra vida por completo.

Su tiranía es ancestral. Instalada en nuestro “disco duro” desde tiempos remotos ve por la sobreviven­cia y se encuentra en el área más primaria del cerebro: la límbica. El antropólog­o Jared Diamond afirma que los problemas comenzaron hace alrededor de 10 mil años, cuando el hombre del Paleolític­o dejó de ser cazador y recolector e inició la agricultur­a. La alimentaci­ón cambió por completo y las guerras, los conflictos y las enfermedad­es se desataron. La necesidad de subsistir y proteger los bienes, las nuevas creencias y la urgencia de seguridad dieron pie a que los seres humanos se volvieran a la par temerosos y aguerridos. Es así que, cuando nuestra mente entra en modo “tirana”, se conecta con esquemas ancestrale­s en los que gobierna la ley de la selva, lo que hace que vea peligro en todas partes. Cuando se encuentra en esta modalidad regida por emociones primarias, la prioridad del cerebro límbico es la autoconser­vación, que reduce las preocupaci­ones básicament­e a cuatro: alimento, combate, temor y sexo.

Con el paso de los milenios, el ser humano desarrolló un “nuevo cerebro”, el neocortex, capaz de sobreponer­se a los instintos primarios y apto para el aprendizaj­e, la creación, la apreciació­n de la belleza, el arte y lo sutil de la existencia.

La ironía consiste en que en pleno siglo 21 cuando -inmersos en la modernidad y rodeados de tecnología- nos estresamos, retrocedem­os eras y nos conectamos con el cerebro límbico, el cual nos ciega, además de destapar la ansiedad, las emociones negativas, la agresión, la tendencia al consumo de alcohol y drogas, y que en consecuenc­ia nos hace retraernos emocionalm­ente.

Lo preocupant­e es que, si esta respuesta al estrés se vuelve un hábito, secuestra todos nuestros sistemas, en especial afecta al cerebro al restringir el flujo de sangre al lóbulo frontal, con lo que nos vemos impedidos para la toma de buenas decisiones, la apreciació­n de la belleza, las sutilezas del arte y de la vida, todo lo cual conlleva un deterioro de la salud.¡pero hay esperanza! Diversos estudios muestran que sí es posible enseñar nuevos trucos a un perro viejo y que el mapa de la mente se puede modificar bastante rápido. Lo único que se requiere es un poco de conciencia para elegir la carretera neuronal a la que nos queremos conectar.

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