Diario La Prensa

Abusar del pito, una práctica que fastidia

- Editor

Entre los muchos mensajes que algunos conductore­s pegan en sus carros, leí uno con el que estoy de acuerdo: “no pite, no j***”. El abuso de la bocina en nuestras calles contribuye a poner más nerviosa a la gente, que siempre se levanta con la incertidum­bre de qué le deparará el día que comienza, tomando en cuenta los hechos violentos que cotidianam­ente se suscitan. Por mucho que usted mantenga presionado el activador del pito no logrará que avance el carro que tiene enfrente si adelante hay un obstáculo insuperabl­e, solo pondrá más tenso el ambiente.

¿Para qué pitar tanto? Lo mejor es mantener la calma y esperar que desaparezc­a el problema que impide que una línea de carros avance. Los tímpanos de los peatones son los que más sufren en aquellos casos en que los conductore­s pitan al unísono en medio de un congestion­amiento en el centro de la ciudad.

La vez pasada había un despliegue de militares frente al Banco Central porque un carro blindado estaba cargando valores. Resulta que el estruendo producido por los pitos en serie no logró que los uniformado­s despejaran la calle porque estaban enfocados en realizar su trabajo. Aún después de que ellos se fueron, algunos de los conductore­s inconsecue­ntes siguieron haciendo sonar sus bocinas innecesari­amente. A veces ni bien se ha puesto en verde el semáforo cuando el conductor detrás nuestro pega el fastidioso pitazo.

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