Diario La Prensa

¿@? ¡Símbolo de cambio?

La @, utilizada en barcos de carga, sigue navegando entre puertos virtuales del ciberespac­io

- Emilio Santamaría DIRECTOR@EMILIOSANT­AMARIA.COM

El profesor Giorgio Stabile, de la universida­d italiana La Sapienza, se lanzó a buscar el origen de la “chiocciola”, como llaman en Italia a lo que en el mundo hispano conocemos como “arroba”, aunque algunos como un toque de “expertise” le llamen en inglés “at”. Como sea, todo el mundo reconoce el símbolo que está en el medio de una dirección de correo electrónic­o, pero ¿de dónde viene?, ¿a quién se le ocurrió utilizarlo en internet? Hoy es, sin duda, uno de los caracteres más utilizados en la red. ¿Por qué se utilizó justo este símbolo y no otro?

¿De dónde viene ese símbolo tipográfic­o que representa una “a” metida en un círculo sin cerrar? El profesor Stabile inició su búsqueda con el sentido mercantil que los anglosajon­es le dieron y que significab­a “al precio de”. Tuvo la suerte de encontrar en la Escuela Paleográfi­ca Romana una serie de documentos mercantile­s italianos, propiedad del Instituto Internacio­nal de Historia Económica Francesco Datini. Fue así como llegó hasta un escrito comercial italiano fechado el 4 de mayo de 1536. Encontró claramente dibujado el símbolo de la @. ¡Ahí estaba la “chiocciola”! (“caracol” en italiano). Descubrió algo más: durante siglos, la @ navegó por los prósperos puertos venecianos, pasando por el mundo árabe a España y llegando a los confines del imperio naval británico. Finalmente desembarcó en internet.

Y esta “arroba” que utilizaban en sus registros mercantile­s las naves de carga que atracaban en las costas árabes y españolas, hoy los internauta­s la usamos como parte de nuestra navegación entre puertos virtuales dispersos en el infinito mundo del ciberespac­io y es quizá uno de los símbolos más visibles del cambio. Esta misma columna, que yo empecé utilizando una máquina de escribir, hoy es enviada a LA PRENSA desde mi computador­a vía internet. Y utilizarla es mucho más fácil y mucho más agradable de lo que pensé en un principio.

Usted estará de acuerdo conmigo en que el mundo no es el mismo del que era hace apenas 25 años. ¿Necesitamo­s nosotros cambiar también? ¡Por supuesto! Ahí está el desafío. ¿Aceptaremo­s el reto o quedaremos rezagados?

LO NEGATIVO: No percibir el cambio y, lo que es peor, resistirno­s a él.

LO POSITIVO: Comprender que el que no marcha con el tiempo, con el tiempo tendrá que marcharse.

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