Diario La Prensa

Cambio radical

- Jibsam Melgares REFLEXIONY­CAMBIO@YAHOO.COM

Dwight L. Moody, famoso evangelist­a del siglo XIX, contaba el caso de un ladrón llamado Burke, quien leyó en la cárcel un sermón en el diario de su ciudad cuyo título era El carcelero atrapado. Dicho título le sugestionó pensando que sería una interesant­e historia carcelera. Sin embargo, era el relato del capítulo 16 de los Hechos de los Apóstoles sobre la conversión del carcelero de Filipos. La pregunta que le hiciera a los apóstoles aquel desesperad­o guardián de presos, “¿qué debo hacer para ser salvo?”, le interesó muchísimo, y más la respuesta de ellos: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo tú y toda tu casa”. El mensaje de la salvación llegó a la vida de Burke y fue convertido al entregarse por completo a Cristo como señor y salvador. Años más tarde, Moody visitó a esta “nueva criatura en Cristo”, viéndole rodeado de joyas y valores, pues era nada menos que el guardián de la caja fuerte de un banco.

Jamás será innecesari­o repetirlo, cuando el evangelio de Jesús toca de manera genuina y plena a una persona, y cuando esa persona se entrega sin ninguna reserva al Señor, su vida cambia por completo. Si una persona dice estar en Cristo, pero los cambios en su vida son cosméticos o periférico­s, entonces quiere decir que no se ha dado totalmente.

Ser cristiano no es una forma de existencia con un yo mejorado, quizá un poquito más generoso, más amable o menos egoísta, es realmente el yo de Cristo implantado en nuestra vida. En palabras de C. S. Lewis: “Cristo dice dame todo. No deseo parte de tu tiempo, de tu dinero, de tu trabajo, te quiero a ti. No he venido a atormentar tu yo natural, sino a darle muerte… No deseo cercenar una rama aquí y otra allá; lo que deseo es echar abajo todo el árbol. No deseo hacer un arreglo en el diente, ni recubrirlo, sino extraerlo. Entrégame todo tu yo natural… En su lugar te daré un nuevo ‘yo’… Mi propia voluntad será tuya”. ¿Lo quiere?

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