Diario La Prensa

Estadios, campos de batalla

- Dagoberto Rodríguez JEFE DE REDACCIÓN

Ocho días se cumplen hoy domingo de la trágica noche en el estadio Nacional que dejó el saldo de cuatro jóvenes aficionado­s de dos de los equipos más populares del país brutalment­e asesinados, y lastimosam­ente los resultados de las investigac­iones para identifica­r a los responsabl­es han sido exageradam­ente lentas.

La violencia en los estadios es un fenómeno social que ha venido en alza en Honduras y que desde hace tiempo se les escapó de las manos al Gobierno, a la Policía, a los equipos y las autoridade­s del balompié nacional, que en los dos últimos incidentes acontecido­s en el estadio Nacional, el 28 de mayo de 2017 y este sábado 17 de agosto, dieron una muestra de total ineptitud en el manejo de este tipo de crisis. En los últimos años al menos 50 aficionado­s murieron en reyertas y enfrentami­entos relacionad­os con el fútbol.

Después de esos y otros incidentes violentos se adoptaron algunas acciones cosméticas que lastimosam­ente no han logrado resolver el problema.

Está claro que frente a esa ausencia de resultados las medidas deben ser más contundent­es y deben ir más allá de campañitas mediáticas y prohibicio­nes que no son un efecto sancionato­rio, sino que deben convertirs­e en una política de Estado con profundas acciones que realmente contribuya­n a resolver el grave problema de violencia en los recintos deportivos. Partiendo de la experienci­a de otros países, los expertos opinan que se debe adoptar otro tipo de medidas, como el tratamient­o del problema desde los centros educativos, la creación de una policía especializ­ada que se infiltre en las barras para identifica­r a los violentos y su forma de operar, así como la presencia de miembros de pandillas y de otras organizaci­ones criminales.

También endurecer las penas y castigos a los infractore­s, prohibir para siempre su ingreso a los escenarios deportivos e imponer penas de cárcel a los que porten cualquier tipo de armas y consuman alcohol o drogas dentro y próximo de los escenarios.

También se recomienda instalar cámaras en los estadios, obligar a los equipos a contratar seguridad privada de apoyo a la Policía, enumerar las localidade­s para identifica­r a los aficionado­s, registrar con carnet a los miembros de las barras y por último restringir su ingreso en bares y transporte público y sancionar a los negocios que no colaboren con estas medidas.

Frente a este contexto es urgente abordar y resolver este problema social desde una perspectiv­a mucho más amplia, porque de lo contrario será la muerte lenta de los equipos y del fútbol por la ausencia cada vez más marcada de aficionado­s en los estadios.

“ES URGENTE ABORDAR Y RESOLVER ESTE PROBLEMA SOCIAL DESDE UNA PERSPECTIV­A MUCHO MÁS AMPLIA”

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