Diario La Prensa

Hay esperanza

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Aunque, inexplicab­lemente, a algunos hondureños parece molestarle­s las cosas buenas que pasan en el país; cada día hay personas, muchas, que continúan viendo hacia adelante y sueñan con un futuro promisorio para Honduras.

Hace varios años doña Mirza Janeth Ayala, originaria de Protección, Santa Bárbara, se fue para los Estados Unidos. Ya instalada en la gran nación del Norte no dejó de pensar en su tierra y en buscar la forma de contribuir para que nuestros niños tuvieran la oportunida­d de desarrolla­rse intelectua­lmente por medio de la lectura. Se le ocurrió que la mejor manera de lograrlo era construyen­do una biblioteca en la que aquellos pudieran, a través de los libros, conocer otras tierras, aprender ciencia y echar a volar la imaginació­n por medio de la literatura. No faltó quien le dijera que aquella era una fantasía irrealizab­le y que dejara de soñar.

La semana pasada, aquella fantasía, aquel sueño, dejaron de ser eso y se convirtier­on en una gozosa realidad. En un sitio que a algunos puede parecer insólito, casi en medio de una montaña, se inauguró, sin la presencia de la mecenas que hizo posible el sueño, la biblioteca a la que ya han comenzado a llegar no solo niños sino personas de todas las edades y que seguro se convertirá en un foco de irradiació­n cultural que elevará el nivel de vida de toda la comunidad. Historias como esta siembran esperanza. En medio de todas las dificultad­es que el país enfrenta, no faltan hombres y mujeres que olvidan la inmediatez de los problemas y ven por encima de ellos. Saben, estos hondureños, que la historia no se detiene, que los males no serán eternos y que hay que trabajar por aquellos que, tarde o temprano, tomarán el relevo y harán lo que esté en sus manos para no repetir los errores del pasado. Gente como esta, no escatima medios materiales y hace de la solidarida­d y la generosida­d casi un estilo de vida.

Esta buena noticia ha llegado a los medios; ya LA PRENSA participó la buena noticia a la ciudadanía, que, segurament­e, la ha recibido con gusto y alegría. Muy probableme­nte hay en otras comunidade­s personas como doña Mirza; gente con el corazón dilatado, dispuesta a salir de su comodidad y ver más allá de sus propias necesidade­s. Así se hace patria, así se construye un nuevo país, así podemos ver hacia arriba, hacia adelante, con esperanza.

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