Las tensiones irrumpen en el inicio de la cumbre del G7
La Amazonía y las tensiones comerciales centran la cumbre que reúne a los líderes de Francia, Italia, Reino Unido, Japón, Canadá, Alemania y Estados Unidos
BIARRITZ. Un G7 de expectativas rebajadas, pero con importantes asuntos sobre la mesa como las tensiones comerciales, abrió ayer su cumbre anual, en la que la división entre sus países miembros quedó de manifiesto pese a las buenas intenciones. Frente a las cámaras, en la recepción oficial, todos fueron sonrisas: el presidente de Francia, Emmanuel Macron, recibió a sus homólogos de Alemania, Reino Unido, Italia, Estados Unidos, Canadá y Japón en el Faro de Biarritz, que albergó su cena informal.
Pero la cumbre en esa ciudad del suroeste francés no es ajena a la dificultad de acercar posturas entre los distintos aliados. “Seguramente no consigamos todo, pero quiero que este G7 sea útil. Esta reunión es importante. Sin ella, cada uno emprendería su camino”, dijo horas antes Macron en un mensaje televisado y dirigido a sus ciudadanos. Macrón advirtió de que las tensiones comerciales “perjudican a todo el mundo” y confió en que esta reunión contribuya a la desescalada, pero declaraciones previas de algunos de sus participantes habían precisamente avivado el fuego.
El presidente estadounidense, Donald Trump, reiteró antes de viajar a Biarritz su amenaza de imponer aranceles al vino francés en respuesta a la ley que tasa en Francia la facturación digital de los gigantes tecnológicos. Pese a todo, en su primer cara a cara con Macron en un almuerzo improvisado de trabajo, el mandatario estadounidense se mostró conciliador y aseguró que incluso el tiempo era “perfecto”, mientras que el anfitrión dejó clara la necesidad de este tipo de discusiones entre “aliados y amigos”. Se trató de su primera cita bilateral antes de que el conjunto de negociaciones comience con el resto del G7 (Alemania, Reino Unido, Italia, Canadá y Japón), y sirvió para que ambos tomaran el pulso a sus respectivas posturas. La imprevisibilidad de Trump a golpe de tuit no fue el único elemento explosivo de la cumbre: el estreno del nuevo primer ministro británico, Boris Johnson, contribuyó a polarizar las posturas en uno de los temas principales de la agenda, el brexit. Johnson se enzarzó en un combate de declaraciones con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, en el que trataron de responsabilizarse mutuamente si al final el Reino Unido debe salir de la UE sin acuerdo.
China y Amazonía. El debate sobre una reincorporación de Rusia al G7 tras su expulsión en 2014 por la anexión de Crimea, algo que solo respalda Trump, o el frente abierto con Brasil por su gestión de los incendios en la Amazonía, que ha provocado que la UE cuestione el pacto con Mercosur, empañan igualmente una agenda centrada en la lucha contra las desigualdades. Anoche, los mandatarios, acompañados por sus esposas, se reunieron para una cena informal.
En el polo opuesto, la contracumbre organizada por distintos colectivos sociales convocó este sábado a una marcha entre las localidades fronterizas de Hendaya (Francia) e Irún que reunió a miles de personas sin incidentes, mientras por la tarde, ya en Bayona, otra manifestación sí registró enfrentamientos con las fuerzas del orden.
El primer ministro británico Boris Johnson pidió al presidente Trump que elimine las “considerables barreras” para las empresas británicas que quieren exportar a EUA.
El presidente de la región Paca envió dos cajas de vino a Trump después de que este amenazara con imponer nuevos aranceles a los vinos franceses.
LLEGADA.