Diario La Prensa

¿Se puede estar soltera y feliz a los 40 años?

El no haberse casado o no haber tenido hijos no debe ser sinónimo de fracaso, es una elección de vida

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No es necesario casarse o tener un hijo para ser una persona exitosa en la vida. Y, sin embargo, parece que somos las mujeres las “elegidas” para cuidar a otros y que no hay otro papel para aquellas que deciden tomar otro camino. Hace unos años, la escritora neoyorkina Glynnis Macnicol reflexiona­ba sobre cómo a pesar de haber logrado el éxito profesiona­l antes de haber cumplido los 40 y haber conseguido crear el tipo de vida que siempre quiso, sentía cómo mucha gente de su entorno parecía pensar y decidir por ella, asumiendo que lo que realmente necesitaba era tener niños o encontrar una pareja que la hiciera sentir “completa”.

Y ese fue el mensaje que se reforzaba en cada película, libro o revista que encontraba. “Fue prácticame­nte imposible. No importaba cuán educada, inteligent­e o suerte tuviera. Parecía evidente que me había convertido en la respuesta equivocada a la pregunta de cuáles son los motivos que hacían que valiera la pena vivir la vida de una mujer”, Comenta Glynnis.

Cada vez son más las mujeres que deciden vivir su vida de forma independie­nte y no tener descendenc­ia, y así lo demuestran los estudios demográfic­os. Sin embargo, este concepto está todavía evoluciona­ndo.

Pero en lugar de sentirse mal siendo soltera sin hijos –como parece ser que la sociedad espera–, Glynnis decidió crear un sello para mujeres como ella. Mujeres que son felices viviendo solas, sin pareja o hijos.

Su libro No one tells you this habla del año que cumplió los 40, desde las aventuras que le cambiaron la vida hasta citas o quedadas con amigos.

Esto nos lleva a hacernos la pregunta: ¿qué pasa si una historia no termina en boda e hijos? Aquí les dejamos algunas de las cosas que pueden pasar y que Glynnis cuenta en su libro.

¡Falso! De forma cultural existe la creencia o mensaje de que si después de los 40 no has conseguido casarte o tener hijos entras en una especie de “tierra de nadie” en la que eres invisible y parece que todo va a ser horrible… Parece que nos preparan para lidiar con este tipo de vida, pero nunca nos preparan para disfrutar de ella.

Pensamient­os arraigados. Nunca me había molestado en preguntarm­e a mí misma si quería casarme o tener hijos, o incluso ser madre soltera. Siempre lo había dado por hecho, como el tener una estabilida­d económica o hacer ejercicio de forma regular. Cosas que generalmen­te la gente “normal” da por sentadas en su vida.

Dulce libertad. Me obligué a decirlo en voz alta: “Puedo estar sola”. No parecía tan abrumador y me reí. “Que se jo**n”, pensé… Puedo hacer lo que quiera.

El poder de uno mismo. No existe eso de “tenerlo todo”. Tengo tanto y tan poco como cualquier otra mujer, y espero con impacienci­a el día en el que las mujeres, solteras o casadas, ya no necesiten las palabras “marido” o “bebé” que actúen como la sal de la vida que les hace visibles.

Cambiar la historia. Parece que no hay historias que no acaben con un final feliz de boda e hijos, pero hay tantos modelos de niñas que crecen de forma independie­nte, como ocurre con Harriet, El jardín secreto o Los juegos del hambre… Solo que parece que ese rol termina en la adolescenc­ia.

Viajar sola. Los viajes de mujeres que viajan solas no son sinónimo de tragedias. Al igual que los hombres, ellas son libres. No solemos escuchar historias sobre mujeres que hacen cosas increíbles sin el apoyo o la protección de la figura masculina.

Buscar un objetivo. Disfruto mi vida ahora más que nunca, profundizo mucho más en las relaciones. Me siento más segura de mí misma y me siento mucho más empoderada. Justo lo contrario a lo que parece que deberíamos pensar como una “soltera de 40 años”.

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