Ballet de cuba huérfano
Con 20 años, la bailarina sufrió desprendimiento de retina en ambos ojos.
Le sugirieron recostarse para que el mal no empeorara, bajo el riesgo de quedar ciega. Pero ella decidió bailar y el mal continuó. Fue operada, siguió bailando y la situación se agravó. Entre ver y bailar, decidió bailar. Simón cuenta que para entonces en el escenario había luces de referencia para Alicia, que sólo veía sombras.
De estatura media-alta, delgada, trató de mantener la esbeltez de su cuello de cisne a pesar de los años.
Actuó como una suerte de embajadora de la revolución en tiempos de aislamiento político y tuvo una cercana relación de trabajo con Fidel Castro.
En un gesto desacostumbrado en la Cuba socialista, se bautizó un edificio público con el nombre de una personalidad viva. El Gran Teatro de La Habana, sede de la compañía, se llama desde 2015 Alicia Alonso.aa Algunos de sus discípulos, como Carlos Acosta, han formado nuevas compañías, y el ballet echó raíces por toda la isla. La reinterpretación que hizo durante medio siglo del personaje del famoso ballet romántico “Giselle” la elevó a los altares de la danza clásica. En Cuba se hizo común la frase: Alicia nació para que Giselle no muriera. Pero ahora que Alicia parte llevada por las Willis, es Giselle la que se queda, dándole vida eterna.
“Alicia Alonso se ha ido y nos deja un enorme vacío, pero también un insuperable legado. Ella situó a Cuba en el altar de lo mejor de la danza mundial. Gracias Alicia por tu obra inmortal”, expresó en su cuenta de Twitter el presidente cubano, Miguel Díaz-canel.
Muchos evocan a la bailarina de cuello de cisne, disciplinada y temperamental como pocas, que seducía al público con sus giros virtuosos,