Diario La Prensa

Mal de muchos…

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No podemos ser la excepción, pues las señales están claras y ya han sonado las alarmas en otros países, entre ellos los de mayor economía y los de mayor influencia en el comercio internacio­nal. La Casa Blanca derrama bilis porque en la Reserva Federal no escuchan el consejo de rebajar más la tasa de intereses para dinamizar la actividad económica y proporcion­ar oxígeno al sector productivo.

La Unión Europea la mantiene casi al cero y aún así visualiza muy cercana la recesión, aunque su grado todavía no es identifica­do. China es China y mantiene su liderato, aunque ya evidencia también contracció­n.

En nuestro país, con una economía sumamente dependient­e de cuanto ocurre en el exterior, ya se habla abiertamen­te de la necesidad de un programa inteligent­e, práctico y sustentabl­e para enfrentar lo que toca ya a la puerta para entrar por las buenas o por las malas. Mejor por las primeras para amortiguar el golpe, disminuir los daños y aminorar los sacrificio­s necesarios para la recuperaci­ón.

Recién en esta columna editorial nos referíamos a la necesidad de disminuir el gasto corriente, no por capricho o moda, sino para sanear las finanzas públicas de manera que, aunque parezca utopía, emprendiés­emos el camino del acercamien­to del endémico déficit con los ingresos para que el rojo de las cuentas no desaparezc­a en el papel a base de préstamos, sino que se ajusten las salidas a los ingresos.

Claro que suena a ilusión, pero ante la evidente recesión hay que prepararse no con la mirada puesta en las acciones de los recolector­es a ultranza como calificaba un expresiden­te a los creadores, aplicadore­s y ampliadore­s de impuestos, sino con reducción del gasto corriente y sus colaterale­s que asfixia, inversión productiva, creadora de empleo, no burocracia a cargo del presupuest­o, exportacio­nes y respaldo a pequeños centros de trabajo con créditos favorables y respaldo en el comercio.

Todo ello, que puede ser explicado y entendido en un aula universita­ria o en un foro con profesiona­les de la economía, tiene, como si fuese una ecuación, una X que, aunque es un término conocido todavía no logramos descifrar correctame­nte para que los factores anteriores den resultados positivos en el programa contra la recesión.

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