Hay 12,000 hondureños con VIH que reciben antirretrovirales
Cifras registran 37,696 infectados desde 1985 a la fecha, incluidos los fallecidos
TEGUCIGALPA (AFP). El camionero Wilson Mancía (de 63 años) contrajo VIH tras tener relaciones con una mujer que conoció en la carretera. Tres años después de resultar positivo se trata con antirretrovirales en un paraíso entre montañas cerca de la capital hondureña. Recibe atención en Casa Zulema, un refugio para portadores del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), causante del sida. Desde los noventa, Honduras es el país más golpeado por el mal en Centroamérica: con unos nueve millones de habitantes, presenta el 20% de la población del istmo, pero llegó a tener al 60% de los portadores de VIH. Wilson recibió el “fuerte impacto” del resultado positivo en un hospital público de Tegucigalpa cuando tenía 59 años. “Me protegía (porque) vi a tantos amigos morir”, pero “uno a veces se olvida de la protección y una relación basta”, lamenta en una entrevista con la AFP en Casa Zulema. El refugio funciona en un inmueble de una sola planta con 11 habitaciones, sala comedor y cocina, construido sobre la ladera de una montaña de pinares en Valle de Ángeles. El sacerdote español
Ramón Martínez contrató en 1997 a una enfermera con la que puso a funcionar el lugar.
Antes, Martínez prestaba servicios religiosos en el Hospital Escuela donde conoció a Zulema, esposa de un trabajador bancario que murió a causa del virus.
Zulema pidió al religioso, antes de morir, que construyera un albergue para personas con sida. El padre gestionó recursos en su natal España para fundar el centro de atención con capacidad para atender a 20 pacientes a la vez. Actualmente atiende a 12 personas de cinco a 75 años de edad, y todos reciben el tratamiento de antirretroviral.
Relato. “Aquí vine a recuperarme. El que no se recupera en Casa Zulema no se recupera en ningún lado”, afirma Mancía mientras muestra una caja de plástico donde lleva los tres medicamentos que toma en la mañana y en la noche.
Laura Elena Sánchez, una enfermera que atiende en Casa Zulema junto a su hijo, asegura que “anteriormente morían de cuatro a cinco personas al mes, ahora de cuatro a cinco al año”.
“Una persona tomando los antirretrovirales no se muere por el VIH (...) tiene una vida normal”, añade. Casa Zulema trabaja a base de donaciones y con empresas privadas que la abastecen de alimentos. En Honduras se ha logrado mejorar la disponibilidad y calidad de los antirretrovirales; pero “siempre hay personas cada semana que se dan cuenta de que están infectados por VIH”, lamenta. La directora de Normalización del Ministerio de Salud hondureño, Elvia Ardón, dijo a la AFP que hay un registro oficial de 37,696 portadores del virus desde 1985, cuando se registró el primer caso. E informó que actualmente el Ministerio atiende a cerca de 12,000 pacientes con antirretrovirales.