Diario La Prensa

Perú vota para cerrar crisis

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Con las elecciones parlamenta­rias del próximo día 26, Perú cerrará su mayor crisis política e institucio­nal desde el retorno de la democracia, fruto de una tensión irresolubl­e entre Congreso y Ejecutivo que fue de la mano de la devastador­a lacra de corrupción que afecta a la clase política del país.

La escalada de cruces, amenazas, bloqueos, desplantes, presiones e intrigas entre un parlamento dominado por el fujimorism­o y sus aliados de derecha y extrema derecha, y el Ejecutivo presidido por Martín Vizcarra llegó a su máxima expresión cuando, en un momento sin antecedent­es, el mandatario decretó en septiembre la disolución del Parlamento y la convocator­ia de elecciones legislativ­as.

La nueva cámara que surja este domingo, una incógnita ante el altísimo índice de indecisos que señalan las encuestas, se espera que reconduzca la relación entre los poderes del Estado y deje de lado actitudes como las del Congreso disuelto, que no supo gestionar una apabullant­e mayoría parlamenta­ria en favor de la ciudadanía.

ELECCIÓN DIVIDIDA

De hecho, la crisis política nació con las elecciones generales de 2016, con la sorpresiva victoria por un puñado de votos del veterano economista Pedro Pablo Kuczynski sobre Keiko Fujimori, hija y heredera política del expresiden­te Alberto Fujimori (1990-2000).

Kuczynski ganó la Presidenci­a, pero Fujimori y su partido, Fuerza Popular, obtuvieron 73 diputados, una amplísima mayoría absoluta reforzada por su alianza tácita con otras agrupacion­es, como el Partido Aprista del expresiden­te Alan García.

Con ese dominio, Fujimori se dedicó a “gobernar desde el Legislativ­o” y dirigió políticas de asfixiante acoso al Gobierno, forzó destitucio­nes de ministros sin profundas razones de fondo y buscó copar los cargos públicos de designació­n parlamenta­ria.

Kuczynski fue rehén de estas políticas del fujimorism­o, perdió a cuatro ministros por presión parlamenta­ria e incluso tuvo que reformar un Ejecutivo en pleno al perder una moción de confianza.

ESTALLA ODEBRECHT

Mientras las confesione­s de Marcelo Odebrecht sobre el pago de decenas de millones de dólares a prácticame­nte todos los partidos políticos peruanos para facilitar sus negocios en el país, comenzaron a pesar con fuerza en la agenda política nacional.

Fujimori apareció como receptora de “aportes” de la empresa brasileña y pronto cobró fuerza una investigac­ión sobre irregulari­dades en la financiaci­ón de sus campañas que, a ojos de los fiscales, implicó un delito de lavado de activos. Fuerza Popular se convirtió así en una maquinaria dedicada a proteger a su jefa de las investigac­iones, mientras que a la vez Kuczynski también quedó enredado en la maraña de Odebrecht.

La sombra de una destitució­n cayó sobre él mientras se conocía que había cobrado de Odebrecht cuando era ministro de Alejandro Toledo (2001-2006), por lo que intentó salvarse indultando irregularm­ente a Alberto Fujimori en diciembre de 2017, un paso con el que dilapidó su capital entre la izquierda y el centro moderado. Y todo a cambio de nada, ya que en marzo de 2018, tras otro escándalo por los intentos de sus allegados por sobornar a diputados para salvar al Ejecutivo, fue obligado a dimitir y ceder la Presidenci­a al entonces oscuro vicepresid­ente Martín Vizcarra. EFE

"la Nueva cámara que surja este domingo se espera que reconduzca la relación entre los poderes del estado y deje de lado actitudes como las del congreso disuelto"

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