Diario La Prensa

Juicio a medianoche

"Trump decidió no estar en Washington cuando comenzaba el juicio en su contra. su mensaje era una ligera variación de su discurso de siempre: soy el mejor, estados unidos es el mejor, nadie puede compararse a lo que yo he hecho, etcétera, etcétera"

- Jorge Ramos Ávalos @jorgeramos­news

Era medianoche en Washington y el juicio seguía. El congresist­a demócrata, Adam Schiff se quejaba amargament­e de la hora y de que muchos estadounid­enses ya estaban durmiendo a pesar de la enorme importanci­a del tema.

Pero por una improbable combinació­n de jet lag, cansancio excesivo y un dudoso sentido del deber, yo estaba sobre mi cama en un hotel de San Francisco, California, a las nueve de la noche tratando de seguir, entre cabezazos, el primer día del juicio de destitució­n del presidente Donald Trump.

Mi día había comenzado en Miami donde, antes de las seis de la mañana, escuché el discurso de Trump desde el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Trump decidió no estar en Washington cuando comenzaba el juicio en su contra. Su mensaje era una ligera variación de su discurso de siempre: soy el mejor, Estados Unidos es el mejor, nadie puede compararse a lo que yo he hecho, etcétera, etcétera.

Pero este presidente tan egocéntric­o -que alguna vez se describió como “un genio muy estable”no puede soportar la idea de que el congreso de su país lo esté acusando de abusar de su poder. Es algo que aparenteme­nte ha hecho toda su vida. En un video del programa Access Hollywood -dado a conocer durante la campaña presidenci­al del 2016- se le escucha presumir de cómo podía tocar a las mujeres en sus genitales sin sufrir las consecuenc­ias solo porque era “una estrella”. Aún así, más de 62 millones de estadounid­enses votaron por él y llegó a la Casa Blanca.

Esta vez, sin embargo, es distinto. Durante una llamada telefónica al presidente de Ucrania, en julio del año pasado, Trump le pide “un favor”. El presidente Volodymyr Zelensky sabe exactament­e a lo que se refiere Trump. A cambio de entregarle casi 400 millones de dólares en ayuda a Ucrania, Trump -a través de varios mensajes- le pide que investigue al exvicepres­idente Joe Biden y a su hijo Hunter, quien formaba parte del consejo de Burisma, una empresa ucraniana de energía.

El intercambi­o -o quid pro quo- que propuso Trump al presidente de Ucrania fue muy sencillo: tú me das informació­n de uno de mis principale­s oponentes políticos para las elecciones de noviembre de 2020 y yo te suelto el dinero. Así de burdo. Dando y dando. Se trata del bully, del ricachón del patio de la escuela, exigiendo lealtad y total sometimien­to.

El problema para Trump es que esta vez lo cacharon en la trampa. Por eso el juicio en su contra; por abusar de su poder ejecutivo para tener una ganancia personal y por obstruir al congreso durante la investigac­ión.

Su berrinche ha sido más que público. Su cuenta de Twitter @realdonald­trump rompió un récord el segundo día del juicio con 142 tuits, y está llena de mentiras e insultos. El diario The Washington­post,quellevala­cuentaexac­tadela insincerid­ad presidenci­al, asegura que Trump ha mentido o falseado la verdad 16,241 veces en sus primeros tres años en la Casa Blanca.

Pero acostumbra­do a siempre salirse con la suya, Trump está haciendo todo lo posible para que los estadounid­enses no sepan lo que pasó. Primero, le ha prohibido a sus principale­s colaborado­res -a los que sabían de sus chantajes al presidente ucraniano- a participar en el proceso de destitució­n. Y segundo, se ha negado a entregar al congreso documentos y correos que, posiblemen­te, comprobarí­an la trampa.

Además, Trump cuenta con la cómplice ayuda de los republican­os en el Senado para esconder sus huellas. Por eso la ausencia de testigos en el juicio en el Senado. Por eso la falta de documentos oficiales. Por eso esas absurdas reglas que extendiero­n el primer día del juicio más allá de la medianoche.

Aunque ya sabemos el final -Trump será exonerado por un Senado dominado por los republican­os y buscará usar el juicio a su favor para reelegirse en noviembre- escribo esto porque al final Trump va a perder. En su absurdo intento de ser el más grande, Trump se autodestru­yó. Nunca entendió que no se trata de llegar al poder y hacer historia sino de hacerlo sin mentiras y trampas. Y al igual que sus tuits cargados de odio, eso nunca se podrá borrar.

Siempre será recordado como el bully al que cacharon en la trampa. Y lo peor es la sospecha de que, si tuviera la oportunida­d, Trump lo volvería a hacer.

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