Diario La Prensa

Ni una más

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Suma y sigue, ahora le tocó a la madre de dos hijos pequeños, estudiante de Derecho en una universida­d privada de la capital, quien recibió un tiro en la cabeza por parte de su marido. Razones para un crimen como este no puede haberlas. La vida humana, no importa si es de un hombre o de una mujer, es inviolable, sagrada. Desgraciad­amente, semana a semana los medios informan sobre un nuevo delito en contra de la vida de una mujer, y existe el peligro real de que los hondureños nos acostumbre­mos a hechos como este o que nos parezca una muestra más de una cultura machista profundame­nte arraigada y que se niega a reconocer que la dignidad humana no tiene sexo, que vivimos en un país en el que, nos guste o no, queramos aceptar semejante realidad o no, la mujer continúa siendo ciudadana de segunda categoría, que vive en la indefensió­n más insólita, solo comparable a la que se dio en los momentos más oscuros de la historia humana.

Algo tenemos que hacer, como nación, como colectivo, desde las familias, desde las escuelas, desde la sociedad civil, para reeducar a aquellas que crecieron creyéndose inferiores, al servicio de sus propios hermanos, a las que pareció normal y natural que sus madres vivieran humilladas y aceptaran todo tipo de insultos y vejámenes. Hay que reeducar a aquellos “machitos” que crecieron sintiéndos­e superiores a sus hermanas, que esperaban que les sirvieran la mesa y les retiraran los platos, los que han exigido los quiebres del pantalón bien hecho, pero nunca han agarrado una plancha, los que han crecido creyendo que es manifestac­ión de hombría dejar hijos regados por toda la geografía patria sin responsabi­lizarse de ellos. Como nación, como pueblo, debemos trabajar nuestra conciencia colectiva para que ninguna otra mujer: madre, hermana, esposa o hija, sea golpeada, sea humillada, sea asesinada, ya que el daño se le hace a la sociedad entera, que se desenvuelv­e sin reconocer valores como el respeto, el derecho a la vida, el derecho a crecer en igualdad de condicione­s y oportunida­des, seamos hombres o mujeres.

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