Contradicciones y mentiras
Como en la mayoría de las cosas, la política de migración de los Estados Unidos aplicada al “triángulo norte” tiene –como casi todo– un doble discurso. Por un lado, de rechazo a los emigrantes, a los que se les acusa de indeseables, criminales que violan la ley y que quieren ingresar al país violando las normas establecidas.
Con fines políticos electorales. Usando a los otros, con la imaginación de Roger Stone, que descubrióquepodríacontentaralosdesempleados afectados por su presencia. Pero en privado, ante el crecimiento económico de los Estados Unidos, se maneja otro discurso. Se reconoce que,ademásdelosbuenosmomentosquemuestran las cifras del crecimiento económico, que, por supuesto, se atribuyen los políticos, necesitan que más emigrantes lleguen para garantizar que los espacios que dejan los estadounidenses, la automatización y la especialización. Es decir, que los hispanos y los originarios de otras naciones pobres del plantea ingresen al mercado de trabajo, ya que son necesarios para que funcione normalmente la economía de los Estados Unidos.
O sea, que mientras el discurso “negativista” es político, el referido a la necesidad de la emigración es económico. Al final del día, más importante que los discursos políticos arrabaleros de Trump y sus secuaces, que han satanizado a nuestros compatriotas, de uso en la campaña electoral, el segundo es más importante y singular. Porque sin la presencia de los emigrantes, a los que se les paga menos y siempre están dispuestos a hacer lo que los negros incluso rechazan por razones culturales, generando resultados productivos extraordinarios que nunca han mostrado en sus países de origen, su economía no funcionaría.
Esto no nos lo dicen los oficiales de seguridad que nos visitan, quienes vienen con felicitaciones por lo que nuestro Gobierno ha hecho para darle brillo al discurso político. Los científicos de la economía no nos visitan o no los invitamos. De repente, agobiados por las dificultades, no hemos descubierto este doble discurso que está detrás de la diferenciación de los fines políticoselectorales,conlasnecesidadesyurgencias de una economía como la estadounidense, que experimenta, después de la crisis de 2008, una expansión extraordinaria.
Pero aunque nuestros gobernantes no lo sepan o lo disimulan –porque no hay que menospreciar a nadie– los que sí están convencidos de que la economía estadounidense necesita de nuestra mano de obra barata son los que, desesperados, han descubierto que aquí no tienen esperanza, ya que el capitalismo nacional no arranca, los mejores empresarios son atraídos por la política y por un mercantilismo en donde lo que vale son las buenas relaciones con el Gobierno para conseguir contratos y canonjías. Los pobres emigrantes siguen viajando ilegalmente y consiguen ocuparse en posiciones que nunca alcanzarían aquí si se quedaran a vivir hasta envejecer.
Aunquenosoneconomistas,tieneninformación de sus parientes, que les señalan las oportunidades de una economía que no puede vivir sin el trabajo creativo de los que el sistema nacional endulza, engaña o expulsa. Es tan cierto que, aunque aumentan las expulsiones, de México y de USA, las remesas de los pobres que sostienen al país siguen aumentando.
“aunque aumenten las expulsiones de -hondureñosde eua y méxico, las remesas de los pobres que sostienen al país siguen aumentando”