Mientras esto pasa
"Una y otra vez, recibimos las noticias de actos de corrupción cometidos ayer y hoy, como si se tratara de entrega de fascículos de nuestra propia historia, escrita día a día"
Cada día es complejo en esta nueva realidad. Es difícil convivir con la incertidumbre que se ha vuelto nuestra compañera cotidiana, que ha decidido mudarse con nosotros, se sienta a la mesa y nos impone su conversación.
La incertidumbre es sarcástica, le gusta jugar, nos pone obstáculos y nos cambia las reglas constantemente. Eso sí: nos da grandes lecciones de vida. Nos enseña a ser más analíticos, creativos y resilientes.
Planificar, presupuestar, prever, anticipar son acciones difíciles en estos momentos, de los que aprendemos que poco podemos dar por seguro.
De forma diferente, la pandemia por COVID-19 nos golpea, acentúa las desigualdades y, muy a nuestro pesar, enfatiza aquellos grandes males añosos, como la corrupción, la incapacidad para pensar en plural y crear consensos mínimos sobre temas que nos afectan a todos.
Las denuncias del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) ponen el dedo en la llaga una y otra vez, haciéndonos ver que en las crisis, los grandes vicios son más visibles y detestables, quizás porque podemos evidenciar con mayor fuerza la falta de escrúpulos en momentos en los que uno podría pensar que el sentido humanitario debería pesar más que cualquier cosa.
Mientras esto pasa, crece el descontento social, que a fuerza de repetirse, se transforma en resentimiento. Una mala combinación con la miseria y la enfermedad.
Una y otra vez, recibimos las noticias de actos de corrupción cometidos ayer y hoy, como si se tratara de entrega de fascículos de nuestra propia historia, escrita día a día. Nos quedamos estupefactos, con una gran pregunta rondando en la cabeza: ¿qué respuestas podemos esperar de un estado podrido?
Mientras esto pasa, nos damos cuenta que ser optimistas en estas condiciones es un verdadero desafío. Más allá del optimismo “per se”, lo que debemos asumir los hondureños es el control de nuestras emociones.
La acción proactiva, combinada con una dosis de esperanza, es lo que puede ayudarnos a salir adelante. Y en eso tenemos mucha experiencia los hondureños.
Hemos aprendido a lidiar con la escasez de agua, de energía eléctrica y en ocasiones hasta de alimentos. Durante años hemos logrado nadar contra la corriente, incluso, de la gente que se aprovecha de las circunstancias.
Naufragamos y aprendemos a salir a flote, aprendimos a construir sobre escombros, sabemos que el camino es duro, pero en compañía se hace más llevadero.
Esta situación no tiene precedente en la historia contemporánea; pero sí podemos recordar otros acontecimientos que hemos superado. Ninguno ha sido fácil, tampoco este por el que transitamos.
“Esto también pasará” es una frase muy adecuada para este momento. Es la reflexión que me hizo una buena amiga, quien me compartió que su padre solía decirle en momentos complejos. Esa certeza de que nada es permanente, que todo fluye, excepto la misericordia de Dios, es lo que debe mantenernos con la actitud correcta.
Es momento de esforzarnos, no solamente por las generaciones actuales, sino por las nuevas que merecen un mejor futuro. Ellos deben ser nuestra principal motivación. ¡Ánimo, Honduras! Vamos a salir adelante.