Una buena y una mala
De extremo a extremo. Considere cualquiera de los finales de la madeja o, más fácilmente, vea el vaso medio lleno o medio vacío, aunque, en nuestro caso, la crisis sanitaria se encamina hacia el lleno entero si no ponemos remedio. Hay esperanza, si aumenta la conciencia y la responsabilidad, de incrementar y consolidar el optimismo, pues no todo es negativo y, aunque sea parcial, hay perspectivas para contener la pandemia.
Vayamos por lo segundo para levantar el ánimo en estos tiempos de cuarentena y no pasar a “septentena”. Catracho es un tratamiento creado por médicos hondureños que detiene el avance del virus en la primera fase, evitando así que el paciente sea remitido a un centro hospitalario, limitando la atención necesaria y eficaz al ámbito domiciliario. Desde la explicación teórica hay expectativas, falta que la población sea responsable y el sistema sanitario aplique las pruebas para detectar la enfermedad.
Que en esto último andamos al paso de tortuga cansada, pues por aquello de que Salud Pública carecía de lo necesario para tomar las muestras, procesarlas para obtener el diagnóstico y así proporcionar asistencia antes de la gravedad o del estado gravísimo con necesidad de ingreso en la unidad de cuidados intensivos, la expansión llega a límites desconocidos.
Y ahí es donde está la mala noticia, a la cual no quisiéramos referirnos, pero en boca de profesionales de la medicina es urgente y necesario oír, pues el contagio se puede desbordar en las próximas semanas si no se respeta el confinamiento y en barrios y colonias no se recibe a las brigadas sanitarias, que van en búsqueda de casos sospechosos para su diligente y oportuna atención.
“Las proyecciones para la segunda semana de junio en la ciudad de San Pedro Sula, la cantidad de casos positivos ascendería a 262,000”, augura la jefa de la Región Metropolitana de Salud, quien señala que la previsión se ha hecho según modelo de la OPS y OMS con el análisis de las estadísticas, tomando como base el número de infectados y recuperados.
Un tratamiento eficaz para detener la enfermedad en sus inicios y una previsión que pone los pelos de punta, y todo ello a la espera de la respuesta responsable e inteligente de la población, que debe complementar, para sellar todos los huecos, la labor del personal sanitario, enfrentando la enfermedad y no pocas veces la necedad de pacientes que no supieron o no quisieron protegerse, poniendo en riesgo su vida, la de su familia, la de los vecinos y la del personal de los hospitales. Una buena y una mala. Es momento de decisión, sinónimo de vida y futuro.