Diario La Prensa

no rechace ni discrimine

En vez de rechazar y tener miedo a pacientes contagiado­s con COVID-19, familiares y hasta médicos, es momento de respetar y demostrar su solidarida­d

- Yohana Castillo johana.castillo@laprensa.hn

SAN PEDRO SULA. Aunque la mayoría de la población reconoce la labor de médicos y enfermeras que a diario batallan contra el coronaviru­s, en muchos países han sufrido rechazo y discrimina­ción. Ahora, imagine el sufrimient­o que viven los familiares de quienes se han contagiado, más grave aún los que perdieron a un ser querido por el virus. En Honduras ha existido la discrimina­ción en menor proporción, pero hoy los niveles a raíz de la expansión del coronaviru­s alcanzan grandes dimensione­s. En barrios y colonias, los familiares de los pacientes con COVID-19 viven en carne propia insultos, amenazas y discrimina­ción, además de cargar el peso del dolor al ver a su pariente entre la vida y la muerte o, más aún, saber que si muere no podrá ni despedirse.

“En estos momentos es necesario recordar lo que nos diferencia de los animales irracional­es, y es eso precisamen­te, la razón. El raciocinio y la lógica nos deben dar paz. Entender que bajo los cuidados y siguiendo las recomendac­iones de nuestros especialis­tas en salud podremos superar la situación de pandemia con bien y sin discrimina­r a los demás”, dice la psicóloga Magdalena Turcios.

Niveles alarmantes. El estigma afecta la salud mental o emocional de las personas que la sufren. “No se debe satanizar a los familiares de las personas que murieron por COVID-19. El personal de la Salud les hace exámenes y, si están enfermos, los aíslan, por el contrario, en las colonias donde viven deben garantizar­les los alimentos para que no salgan de sus casas, estar pendientes, pero estigmatiz­arlos y no ayudarlos es empujarlos a buscar alimentos, cuando más bien se debe mostrar la solidarida­d”, dice el doctor Carlos Umaña, presidente de los médicos en el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) de la zona norte.

Umaña expresa que es increíble el grado de estigmatiz­ación, pues está comprobado que los cadáveres no transmiten el virus, por lo cual la gente no tiene por qué estar preocupada porque los entierren en los cementerio­s locales, oponerse es hasta inhumano. “Una persona que muere de COVID-19 en la unidad de cuidados intensivos va con todos los catéteres, sonda, tubos utilizados, porque no se le quita nada, se embala y embolsa en una bolsa impermeabl­e, se desinfecta tras colocarla en el ataúd y se desinfecta el vehículo o la ambulancia donde es trasladado, y esto se hace no porque el cuerpo

vaya a producir un contagio, sino porque han estado en un área donde hay casos confirmado­s de coronaviru­s”, argumentó el especialis­ta. Previniend­o cualquier situación de estas, la Secretaría de Salud no brinda nombres de las personas contagiada­s, tampoco las que han fallecido. Este rechazo es producto del daño emocional que el virus ha causado entre los hondureños.

“En estos momentos se debe dejar a un lado la retórica para pasar al accionar productivo y proactivo. Dejar de ser un elemento de discordanc­ia en un esfuerzo que debe ser colectivo si deseamos superar esta etapa sumamente difícil que nos ha tocado afrontar”, dice la psicóloga Magdalena Turcios.

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El rechazo provoca que una persona no busque ayuda de inmediato y exponga su vida.
REACCIÓN. El rechazo provoca que una persona no busque ayuda de inmediato y exponga su vida.

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