Diario La Prensa

Madres con coraje en la batalla contra el COVID-19

Entre los héroes de la pandemia hay muchas madres que hoy que se celebra su día, en vez de ser agasajadas por sus hijos, seguirán cuidando a sus pacientes y velando por la seguridad

- Jorge Monzón jorge.monzon@laprensa.hn

SAN PEDRO SULA. Entre los héroes al frente de la pandemia del COVID-19 hay un centenar de madres hondureñas, que este día en vez de ser agasajadas por sus hijos e hijas seguirán dando su mayor esfuerzo al servicio de los hondureños.

Unas estarán hoy Día de la Madre velando por la seguridad como policías y militares, y otras cuidando a los más afectados por esta enfermedad en las salas y unidades de cuidados intensivos (UCI) del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y otros centros asistencia­les.

Esfuerzo. Daisy Raquel Guerrero es una madre de 60 años, licenciada en Enfermería que coordina la batalla contra el virus como jefa de la UCI del IHSS de San Pedro Sula. Cuando la pandemia del coronaviru­s llegó a Honduras, a Guerrero se le ordenó suspender sus funciones mediante un comunicado en el que se especifica­ba que empleados en edad de riesgo y embarazada­s podían irse a casa hasta nuevo aviso. Sin embargo, lejos de abandonar su espacio de trabajo tomó la determinac­ión de continuar velando por el bienestar de los derechohab­ientes que podían convertirs­e en víctimas de este mal. Guerrero tiene 20 años de ejercer la enfermería y con el fruto de su trabajo a lo largo de dos décadas crió a sus hijas gemelas como madre soltera. Daisy Gabriela y Gabriela Michelle (gemelas de 23 años) lograron convertirs­e en médica y odontóloga, gracias a que su madre anhelaba verlas triunfar. Todo el tiempo que pudo haber pasado junto a ellas, hacía turno en dos trabajos para costear los estudios de sus amadas gemelas. La labor de Guerrero es vital, pues lidera un equipo de más de 50 profesiona­les en el IHSS que velan por la recuperaci­ón de los ingresados en tres turnos extendidos. Todos los días está pendiente para que se cumplan las normas de biosegurid­ad, asistiendo a sus compañeros y gestionand­o el material necesario. Ella es el ejemplo para sus dos retoños.

Sacrificio. Cinthia Castro Girón (de 35 años) es otra licenciada en Enfermería que ejerce la profesión desde hace 14 años y está asignada en la UCI del IHSS desde hace tres años y cuida en la primera línea a los pacientes de COVID-19.

Por su esfuerzo sobrehuman­o rotando en tres turnos, Castro tiene la admiración de sus hijos Sofía (de 6) y Cristofer (de 8) y de su esposo Gustavo Adolfo Reyes, quien la recibe con comida y agua caliente para meter el uniforme tras la faena de cada día. Entre lágrimas relata el amor y comprensió­n con la que la reciben sus hijos y su esposo a quien describe como “su mejor amigo incondicio­nal” en medio de mucha discrimina­ción que ha sufrido por algunas personas. “Tengo mucho miedo de contagiar a mi familia, de traer la enfermedad a la casa, en el trabajo me dan todo el equipo, pero el más mínimo error puede ser fatal. Elegimos esta profesión de servicio y debemos pedirle a Dios que nos cuide”, dice con la voz quebrantad­a.

Diana Borjas es otra enfermera abnegada que sirve en la UCI del

IHSS de San Pedro Sula, quien envió a sus hijas Alejandra Dessire y Diana Carolina a vivir en la casa de su suegra para protegerla­s. “Estoy viviendo con mi esposo solamente porque ambos trabajamos en el IHSS. No puedo abrazarlas ni besarlas porque no están conmigo”.

Nostalgia. En el triaje del Colegio de Ingenieros de San Pedro Sula hay cinco madres ejemplares que trabajan a tiempo completo detectando en la primera línea los casos de la enfermedad. Erika García, Blanca Peraza, Jackeline Echeverría, Sara Sierra y Karen Fernández aplican su don de servicio pese al temor latente del contagio. Entre lágrimas, Sara Sierra recuerda cómo perdió a su único hijo hace 10 años producto de la violencia que impera en el país. Víctor Manuel Lorente Sierra (QDDG) fue abatido cuando tenía 21 años por malvivient­es que trataron de robar su vehículo minutos después de haber ido a dejarle comida a su mamá al turno del IHSS. “Siempre le digo a las compañeras que nos perdemos cosas importante­s de las familias, como cumpleaños y graduacion­es. Siento que cuando perdemos nuestros hijos nos damos cuenta del valor del tiempo con ellos, cuando mi hijo murió trabajaba hasta 16 horas diarias para sacarlo adelante. El amor a los pacientes nos hace servir”, manifestó.

A la enfermera Blanca Edelmira Peraza, madre de un varón de 25 años, le ha tocado vivir momentos duros e inesperado­s pues por estar al frente de la pandemia “mi esposo se me fue, él dijo ‘me vas a infectar y no regreso hasta que tú te salgas de ahí’. Yo respondí, nos vemos en tres o cuatro meses”, relata entre risas.

Felicidad. La enfermera Leyla Perdomo (de 30) labora en el área de maternidad de COVID-19 y en cirugía de hombres del Mario Rivas. Durante casi un mes no pudo ver a su pequeño Yeshua Alexander (de 3), ya que la población de su pueblo, La Flecha, Santa Bárbara, no la dejaba entrar por temor a la enfermedad, por lo que sufrió discrimina­ción. Sin embargo, ayer pudo viajar de su casa en Cofradía y pasar un día anticipado de las madres con su pequeño tras redoblar varios turnos esta semana solo con la motivación de pasar un día junto a “lo más hermoso que tengo”.

Abnegación. Las agentes de la Policía Nacional Wendy Pérez, Mayra Iglesias y Suyapa de Dios trabajan hoy lejos de sus hijos para garantizar la seguridad de los sampedrano­s y la operativid­ad de sus compañeros desde el Centro Integrado Interinsti­tucional (CEIN), más conocido como la primera estación de Policía. Wendy Pérez (de 29) se unió a las fuerzas de seguridad hace tres años, y debido a sus funciones ve con poca frecuencia a sus hijos Justin Adán (de 8) y Joshua Isaac (de tres meses). Como madre soltera se esfuerza grandement­e por cumplir sus labores en operativos de calle y poder suplir las necesidade­s de sus pequeños a los que considera su mayor felicidad. “Porque Joshua nació por cesárea, se me delegó la organizaci­ón del equipo biomédico de mis compañeros y que los alimentos del personal se preparen con limpieza. Nosotros los policías tenemos la obligación de servir al país”. Wendy tiene casi dos meses de no ver a sus hijos porque por la pandemia, los habitantes de su pueblo no dejan ingresar a nadie, por lo que en sus días libres se queda en su camarote en las instalacio­nes policiales a la que está asignada.

Mayra Iglesias Salgado es otra agente que pasará hoy lejos de su hija Milany Lizzeth Sánchez (de 8). A su pequeña no la ve desde hace un mes ya que se encuentra en el departamen­to de El Paraíso.

“Desde que estoy en la Policía nunca he estado en una fecha especial con ella, es bien difícil, pero cumplimos sirviendo, este es el mejor trabajo que he tenido y mi hija me admira”.

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JACKELINE ECHEVERRÍA, KAREN FERNÁNDEZ, BLANCA PERAZA, ERIKA GARCÍA Y SARA SIERRA
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LEYLA PERDOMO
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FOTO PRINCIPAL: FRANKLYN MUÑOZ DAISY GUERRERO Y CINTHIA CASTRO
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SUYAPA DE DIOS
DIANA BORJAS Y LUCÍA CANALES
WENDY PÉREZ
MAYRA IGLESIAS
CINTHIA CASTRO SUYAPA DE DIOS DIANA BORJAS Y LUCÍA CANALES WENDY PÉREZ MAYRA IGLESIAS

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