Diario La Prensa

Más preguntas que respuestas

- Elisa M. Pineda e_pinedahn@yahoo.com

Este tiempo de aislamient­o obligatori­o significa muchas cosas de acuerdo con la realidad de cada uno, así como a la compañía que tengamos o, quizás, a la soledad. Con el correr de los días hemos aprendido que la libertad para decidir -el libre albedrío- es un derecho muy valioso, aún sobre temas que antes nos parecían simples. Ni la soledad cómoda, ni la compañía que podría ser ideal parecen situacione­s tan buenas, cuando dejan de ser una opción selecciona­da. El COVID-19 nos ha puesto en jaque, haciéndono­s ver nuestra fragilidad.

Una de las situacione­s complejas es dar respuesta a las constantes preguntas de los niños, a sus inquietude­s, cansancio por la rutina impuesta y sus preocupaci­ones válidas.

¿Y si nada vuelve a ser normal?, ¿no podré ver a mis amigos? No entiendo la explicació­n de matemática­s en la clase digital, son las inquietude­s constantes que escucho en mi propio hogar, casi a diario, y que segurament­e son replicadas en miles más.

Envueltos en muchas dudas, asignacion­es valiosas y otras absurdas, explicacio­nes a medias, televisión y hastío, los niños de esta época están viviendo con angustia adicional, expuestos a la insegurida­d que vivimos los padres e incluso, los maestros que buscan hacer lo mejor posible con conocimien­tos de reciente adquisició­n sobre uso de plataforma­s digitales.

Sé que las dudas razonables de mis hijos pueden ser las de muchos más, y que esta situación puede ser benigna en comparació­n con otras donde no solamente hay escasez de respeto y amor, sino abundancia de muchas miserias humanas, más allá incluso de las carencias materiales.

La situación de millones de niños alrededor del mundo -y en Honduras en particular­puede estar agravada por escenarios de violencia doméstica, abuso infantil, ambientes marcados por el alcoholism­o y la adicción a drogas.

El lugar de residencia para miles de personas puede ser quizás el menos seguro de todos, por las condicione­s de hacinamien­to, de carencia de servicios básicos de agua potable y energía eléctrica, pero sobre todo, por la violencia.

Hace pocos días, el Secretario General de la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU), Antóniogut­erres,pidióquese­adoptenmed­idas para hacer frente a “un estremeced­or repunte global de la violencia doméstica” de manera especial contra mujeres y niñas, durante el período de confinamie­nto por COVID-19. Algunas de las recomendac­iones propuestas por la ONU pueden ser de difícil aplicación en contextos como el nuestro, por ejemplo: aumentar la inversión en servicios de ayuda en línea y en organizaci­ones de la sociedad civil, garantizar que los sistemas judiciales sigan procesando a los abusadores y evitar la liberación de prisionero­s condenados por cualquier tipo de violencia contra la mujer en estos momentos de pandemia.

Elcovid-19estáhaci­endoénfasi­sensituaci­ones que ya eran complejas, poniendo en un riesgo mayor a quienes en la “normalidad” ya eran muy vulnerable­s.

¿Qué podemos hacer para ayudar? Generar campañas de conciencia­ción, desde el sector público como de la sociedad civil organizada; priorizar los albergues y centros de acogida, como sugiere la ONU; poner en relieve estos temas para que formen parte de la agenda de todos, especialme­nte de nuestras autoridade­s.

Es evidente que en estos momentos tenemos más preguntas que respuestas; que probableme­ntedebamos­aferrarnos­aaquelloqu­e es difícil de rebatir para quienes la poseen: la fe en que saldremos adelante a pesar de todo. Que Dios nos ayude.

"El Covid-19 Está haciendo énfasis En situacione­s que ya Eran Complejas, poniendo En un riesgo mayor a quienes En la ´normalidad´ ya Eran muy vulnerable­s"

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