Ortodoxia médica, maíz catracho
Siempre he sentido una enorme fascinación por dos ramas del conocimiento humano, la Medicina y la ley. Y puedo decir que la primera la escogí como ocupación de vida y la segunda nunca me ha sido indiferente, probablemente no a un nivel científico, por así decirlo, pero sí como aficionado o más bien como un fascinado por el conocimiento médico. Y así como el Código de Hamurabi y la Ley Mosaica son las metanormas de la jurisprudencia, también la Medicina tuvo sus orígenes un tanto modestos y susperticiosos.
Desde sus orígenes de la Medicina hasta llegar a la actualidad, esta ciencia siempre ha cabalgado en los lomos de lo teórico y lo práctico, el divorcio de estos dos elementos siempre conducen a una Medicina que no entiende al hombre como un ser integral y que tampoco atiende a normas y preceptos que guían la experiencia física; es así que desde sus inicios en Mesopotamia, la Medicina no era tan científica y razonable como lo fue en Egipto, ya que en Mesopotamia, Heródoto dice que los enfermos en Babilonia eran sacados a las plazas públicas con el fin de que los transeúntes que pasaban por las plazas les indicaran un posible remedio a sus enfermedades, si es que las habían padecido.
De Mesopotamia a Egipto, y de Egipto a Grecia con el gran médico Hipócrates, la Medicina se volvió más racional y más experimental, importaba en la Medicina griega, por ejemplo, no solo observar los síntomas del enfermo, sino también la alimentación y el ejercicio físico, una combinación de teoría y práctica en equivalencias iguales, que
"en esta pandemia los médicos hondureños son los grandes héroes, porque con tenacidad, estudio y determinación se apartaron de la ortodoxia médica dictada por la oms"
es el legado de los griegos a la Medicina moderna.
En esta pandemia, los médicos hondureños son los grandes héroes, porque con tenacidad, estudio y determinación se apartaron de la ortodoxia médica dictada por la Organización Mundial de la Salud, divorciada también de los médicos italianos, para hacer estudios experimentales y basarse en la evidencia médica y su propia intuición para desarrollar los protocolos “maíz” y “catracho”, que han sido la mejor respuesta de los estudiosos médicos hondureños ante el Covid 19 en una combinación de inspiración divina e intuición científica.
Creo que los médicos hondureños acostumbrados a trabajar con lo elemental han visto de frente a la muerte y la enfermedad, y esa experiencia, esa pericia con las enfermedades tercermundistas les ha agregado un “plus” a los médicos hondureños que hoy les ha permitido este éxito contra el coronavirus, que ya traspasa las fronteras nacionales, dando de qué hablar algo positivo de un país que se debate entre la corrupción y la pobreza.
Esa experiencia y ese nivel de compromiso de los médicos hondureños es digno de alabarse, esa determinación de entrega por la salud del pueblo hondureño hoy les vale el reconocimiento de todo un pueblo que ha encontrado un motivo para su salud y también para sentirse orgulloso, ha sido esa experiencia de primera mano y esa intuición médica que ha hecho que los médicos hondureños se apartaran de la ortodoxia médica y hoy Honduras cuente con un “maíz” y” catracho” como el mejor tratamiento contra el COVID 19.