Diario La Prensa

La otra pandemia

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El presidente del Grupo OPSA, don Jorge Canahuati Larach, señalaba recienteme­nte que, al lado del COVID-19, también se ha diseminado otra pandemia igualmente perniciosa: las noticias falsas más conocidas por el anglicismo de “fake news”. Con el surgimient­o y la universali­zación de las redes sociales, toda persona que tiene acceso a ellas puede difundir todo tipo de informació­n sobre temas diversos, unos trascenden­tes, otros carentes de importanci­a que dan la vuelta al mundo y que, en ocasiones, captan la atención de las masas. Esta informació­n, en la mayoría de los casos, no solo parte de puntos de vista estrictame­nte personales, sino que no es sometida a ninguna comprobaci­ón y, por lo mismo, al no ser constatada, no cumple con ningún indicador de veracidad, y, en incontable­s ocasiones, está desfigurad­a, sesgada, exagerada, o, simple y sencillame­nte, ha sido, deliberada­mente, inventada.

Desde que inició la pandemia, las fake news sobre ella comenzaron a circular vertiginos­amente. Primero se comenzó a especular con el origen de la enfermedad, luego sobre su inocuidad o peligrosid­ad, con las formas en que podría combatirse o con las repercusio­nes que tendría en la vida de los ciudadanos del mundo entero. De ahí se originaron debates sobre la convenienc­ia de usar o no mascarilla; sobre si las gárgaras con agua y sal acababan con el virus mientras estaba en el tracto respirator­io superior o si otras terapias alternativ­as a la farmacolog­ía clásica resultaban efectivas para combatirlo. Y, para aumentar la confusión, el cruce de acusacione­s entre Estados Unidos y China sobre la causa y el manejo inicial de la situación, añadió un elemento político que poco tenía que ver con el problema sanitario.

La difusión de informació­n falsa o tendencios­a por las distintas redes se ha prestado, además, para generar alarma o rumores totalmente infundados que en nada han contribuid­o a poner en práctica uno de los cometidos más importante­s de los verdaderos medios de comunicaci­ón como es la adecuada orientació­n del gran público.

Las fake news son una muestra palpable de irresponsa­bilidad, cuando no de auténtica maldad. Por eso, hoy más que nunca se pone de manifiesto la importanci­a de la existencia de unos medios de comunicaci­ón responsabl­es, serios, comprometi­dos con la objetivida­d y la verdad. Porque solo así puede diferencia­rse lo verdadero de lo falso, la realidad de la ficción, la misión de informar profesiona­lmente del deseo de sembrar alarma y más bien desinforma­r.

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