Bolsonaro y trump preconizan El uso de la cloroquina
Los riesgos una Espera frustrante
El presidente Donald Trump, ha impulsado el uso de la hidroxicloroquina como potencial tratamiento para el coronavirus, e incluso afirmó que él la estaba tomando para prevenirlo. También su homólogo brasileño, Jair Bolsonaro, promociona su uso. El “Trump de los trópicos” causó consternación por su falta de empatía con las víctimas y sus declaraciones desprovistas de toda lógica sobre la enfermedad. “El virus está ahí. Vamos a tener que enfrentarlo, pero como hombre. No como un niño”, declaró a fines de marzo. Bolsonaro, al igual que Trump antes de cambiar de tono frente al “enemigo invisible”, ha sido criticado por no haber anunciado ningún plan de lucha contra la pandemia, convirtiéndola en una cuestión política que dividió al país. Y ambos mandatarios chocaron con gobernadores dotados de los poderes que les confiere una Constitución federativa para imponer, en palabras de Bolsonaro, “la tiranía del confinamiento”. en Harvard Medical School.
A raíz de la publicación de este estudio, la OMS anunció el lunes la suspensión “temporal” de los ensayos clínicos con hidroxicloroquina que realizaba en varios países, como medida de precaución. También el ensayo europeo Discovery, que prueba la eficacia de varios tratamientos contra la COVID-19, “suspendió desde el domingo” pasado la inclusión de nuevos pacientes en el grupo que recibe hidroxicloroquina.
La cloroquina, sobre todo, pero también la hidroxicloroquina, son medicamentos cuyos efectos secundarios pueden ser importantes e incluso graves. La agencia francesa del medicamento ANSM advirtió especialmente de los riesgos cardíacos asociados a la combinación de HCQ y azitromicina. El organismo sueco de control de medicamentos prohibió, el 2 de abril, la prescripción de cloroquina e hidroxicloroquina para la COVID-19 por falta de datos suficientes sobre su seguridad. Debido a que los conocimientos son demasiado limitados, la Agencia Europea del Medicamento considera que estos medicamentos sólo deberían “utilizarse para ensayos clínicos o programas de emergencia”, en el marco de protocolos estrictos validados en cada país.
En general, todos los estudios tienen sesgos, pero hay que determinar cuántos, cómo influyen en losresultadosysilosautoreslostienenencuenta y los exponen claramente.
Por ejemplo, sobre los ensayos clínicos con la hidroxicloroquina, algunos afirman que es eficaz y otros no, lo que alimenta las controversias científicas y el debate público. Algunos fueron publicados en revistas científicas, otros no. Para probar la eficacia de un tratamiento, existen varios tipos de estudios (retrospectivo, de intervención, observación...) y muchos criterios: grupo de control (pacientes que no reciben el tratamiento), número de pacientes, distribución aleatoria de pacientes en los grupos...
Así, se requiere todo un abanico de estudios con las mismas conclusiones para validar una hipótesis y obtener un consenso científico.
Por tanto, contar con un “sí” o un “no” rotundos toma su tiempo -inclusive años- y esa espera puede ser frustrante en un periodo de emergencia sanitaria mundial.