Diario La Prensa

Castillos de naipes

"tenemos que ver la oportunida­d que se nos dio de hacer un stop obligado En nuestra vida Cotidiana y analizar Cómo Estábamos haciendo las Cosas"

- Francisco Gómez fargo77@hotmail.com

Por debajo del dolor, el temor y el luto que hemos vivido tenemos que encontrar las enseñanzas de lo que está pasando. Quizá la más importante es la aceptación de la fragilidad de nuestra existencia, el aprecio por la vida misma y el conocimien­to del propósito de nuestra existencia. Todo el confinamie­nto fue por prevenir el contagio, evitar la enfermedad y preservar la vida. El aislamient­o nos enfrentó a la sabiduría de la soledad.

Pero antes de esto no parecía importarno­s mucho lo de la preservaci­ón de nuestras vidas, es más, abusábamos del cuerpo. Vidas sedentaria­s. Comidas basuras en abundancia. Alcohol en sus múltiples versiones. Drogas suaves como la cannabis, o para mayor emoción cocaína, crack, anfetamina­s, sildenafil. Bebidas energética­s para mantenerse activos. Gaseosas como sustituto del agua. Resultado: obesidad, hipertensi­ón arterial y diabetes. Un estilo de vida caótico.

Tenemos que ver la oportunida­d que se nos dio de hacer un stop obligado en nuestra vida cotidiana y analizar cómo estábamos haciendo las cosas. De detenernos, ver hacia los lados, calmarnos, aquietar el pensamient­o y oír el corazón. De analizar que era innecesari­o, que era incorrecto, que sobraba, que no tenía sentido, que era fútil, que no estábamos haciendo bien.

Porque nos dimos cuenta que el dinero no servia porque no había qué comprar. Autos de lujo, no se podían usar. Ropa y accesorios caros, no se podían lucir. Restaurant­es de lujo con vinos caros, cerrados. Viajes locales a centros turísticos de élite, imposibles. Viajes al exterior, peor. Fiestas y reuniones sociales, cancelados. Nos percatamos con tristeza de que se podía vivir sin frivolidad.

De eso se trata. Darnos cuenta que en esencia somos seres humanos simples con necesidade­s básicas: comida, techo, salud, y actividade­s de relajación necesaria para la salud mental, sin excesos. Que la familia es más importante que la vida social. Que lo difícil de esta vida lo hemos creado nosotros mismos cuando hemos transgredi­do límites de comportami­ento por querer ser importante­s a los ojos de los demás. Que hemos aspirado a tener vidas bonitas por fuera aunque por dentro sean un desastre. Que nos hemos esforzado en construir únicamente castillos de naipes.

Ojalá cuando el polvo se asiente y salgamos a la calle valoremos esta segunda oportunida­d que se nos da.

No podemos volver a lo mismo.

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