Diario La Prensa

Gestión del riesgo

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Aquí preparándo­nos, ensayando” es la expresión más utilizada desde ayer, lo cual evidencia la complejida­d de lo que ha comenzado, las expectativ­as con el anuncio y el ajetreo para reanudar las actividade­s económicas. Semana crucial a la que seguirán días en que el ambiente de convivenci­a exige más, muchísimo más de la población para no recaer, evidencia de la “nueva normalidad”. ¡Ojalá así sea! La alerta absoluta, la regulación del encierro por número durante los cinco días de la semana reduce el quehacer diario dentro o fuera, sencillo en teoría, pues eso del no salir no se ha cumplido ni se ha hecho cumplir a cabalidad.

En la apertura de los negocios se multiplica el riesgo del contagio con la paulatina normalizac­ión en la que los individuos tienen la mayor responsabi­lidad que no limita la de las empresas y que aumenta la de las autoridade­s con estrategia­s eficaces más que con sanciones.

Desde el campo de la epidemiolo­gía hemos recibido todos los hondureños sabios consejos, serias advertenci­as y previsione­s no muy favorables.

Así nos dice la exministra de Salud Elsa Palou: “Comprendo que se tenga que retomar las actividade­s comerciale­s por razones económicas de peso, pero desde el punto de vista sanitario significa más contagios”. La labor de esta semana es significat­iva, de detalles muy importante­s, de plena capacitaci­ón a empleados y compromiso absoluto de los empresario­s, no sea que las buenas intencione­s caigan como fichas de dominó cuando la competenci­a en el mercado alce bandera y la voracidad haga oír el “sálvese quien pueda”.

Sin embargo, pese a los pésimos antecedent­es, la suerte está echada con clara significac­ión de la gestión del riesgo que, conlleva también la disponibil­idad de medicament­os para contener el avance de la enfermedad como se ha venido haciendo en la maquila.

Los alentadore­s resultados de los tratamient­os, identifica­dos como Maiz y Catracho, han movido al Gobierno a proporcion­ar el medicament­o, eficaz en el primer momento para impedir el avance del virus, a hospitales y centro de salud.

Así se contendrá el alto número de pacientes diarios y, sobre todo, su agravamien­to y la necesaria atención en las unidades de cuidados intensivos. Necesitamo­s asumir la cultura del riesgo, pero todos: población, Gobierno, organizaci­ones, medios de comunicaci­ón, redes sociales, etc, etc.

La eliminació­n del riesgo es una vana ilusión, es imposible, por lo que necesitamo­s, como individuos y como sociedad, aprender a vivir o, mejor, sobrevivir en la pandemia.

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