Búnker y calle
Estados Unidos ya no puede respirar”, es el dolorido y acertado título de la columna de Maribel Hastings en la edición del diario Nuevo Herald del lunes anterior. La síntesis del clamor y la angustia de estos últimos días en las calles de las ciudades del país del norte por la muerte de un ciudadano afroamericano, asfixiado “debido a la presión sostenida” por la rodilla de un policía cuando lo tenía sometido. Aquello de la literatura clásica o del principio moral de “buscar y tener un norte” es la mayor de las trampas, convertida en esos días en abismo sin fondo, pues “el norte perdió el norte”.
Puede parecer propio de un ambiente bélico de última generación con misiles de continente a continente volando hacia objetivos. Los medios de comunicación se hicieron portavoces de ello al informar que en la tarde y noche del domingo el presidente Trump fue conducido al búnker de la Casa Blanca, a prueba de armas nucleares, ante la avalancha y la violencia en los alrededores de la casa de gobierno.
La protesta y la violencia se han ido regando por las ciudades estadounidenses de manera que en, al menos, cuarenta urbes se ha impuesto el toque de queda, aunque ha resultado tan inútil que la autoridad de los estados ha sido rebasada y en numerosos lugares se ha hecho presente la Guardia Nacional, aunque algunos gobernadores no han llamado a la fuerza nacional y como en Miami, la policía dio ejemplo de cordura apreciada por los ciudadanos.
La administración republicana y su titular se hallan paralizados, lo que explica la desesperada reacción del mandatario, muy habitual en otras crisis interna y externas. “Este es un movimiento. Si no le ponen fin, va a empeorar más y más. El único momento en el que triunfa es cuando ustedes son débiles y la mayoría de ustedes son débiles”, escribía en Twitter, su espacio social favorito, a los gobernadores a los que ordenó: “Tienen que dominarles”.
La primera economía del mundo, por lo menos hasta la pandemia del COVID-19, enfrenta tres grandes crisis a las que, sorprendentemente no sabe dar respuesta. La crisis sanitaria desbordada con más de 100,000 víctimas del virus que aumentará en los próximos días, según las previsiones, por el aglomeramiento en playas, lugares de recreación y la participación multitudinaria de las manifestaciones. El desempleo vuela y más de 40 millones de personas han solicitado subsidio. En lo social, la crispación racial va en aumento alimentado por la captura de votos. Hablando de rumbo e historia, “el norte perdió el norte” y veremos si lo encuentra.