Diario La Prensa

Huracán a la vista

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Como dicen en el pueblo, “que te compre quien te entienda”, puesto que las voces en fuentes oficiales apuntan con tal divergenci­a que la única conclusión es que están más perdidos que un perro en procesión. Disculpen por abusar de refranes y dichos populares, pero lo más entendible en estos tiempos de pandemia es que se “pandea” la justicia, la cuentas no cuadran, pero se presentan “cuadradas” para halagar, y se presenta disponibil­idad como si nada hubiese ocurrido y todo marchase a buen ritmo en ascenso.

Desde el organismo rector de la política monetaria, las previsione­s son tan claras que nublan la vista y nos hace exclamar “hasta eso estamos llegando”. No alude el presidente del Banco Central a problemas internacio­nales, producto de guerras, pugna en el mundo petrolero ni graves crisis bancarias, sino a un hecho nacional, sobresalie­nte en los ámbitos sanitario y social con graves repercusio­nes económicas.

“La estimación que tenemos de caída de entre -8.0 y -7.0 sería la mayor desde 1954 cuando cerró en -6.4%, producto de la guerra bananera”. Aunque no es consuelo, las grandes potencias también se mueven en este clima de contracció­n económica, claro que su fortaleza y recursos les ayuda a salir a flote con medidas fiscales, respaldo a las empresas para reanudar actividad y ayuda concreta a las familias haciendo más flexibles y menos duras las medidas.

Las evidencias en la recaudació­n del impuesto sobre la renta es más que un adelanto de lo que viene. En el primer semestre del año en el que durante dos y meses hubo una actividad habitual ha caído un 38.3% regular.

Por muchas que sean las explicacio­nes, presentada­s como justificac­iones, no aumentarán los recursos en las arcas del Estado. La demanda ordinaria y la extraordin­aria por la pandemia no podrán ser escuchadas, por lo que al margen de la nebulosa política habrá que definir con claridad las prioridade­s y sujetarse a ellas, aunque “el mundo se hunda”.

No es este el pensar en el ambiente político, pero, aunque pocos, no faltan quienes con objetivos definidos hacen suyas las circunstan­cias, se adaptan a ellas, hallan el camino para la colectivid­ad, no mantienen los ojos en el horizonte y aligeran el paso, pese al huracán a la vista. De esas personas necesitamo­s, no de las “otras”.

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