Diario La Prensa

Protestas en Costa Rica

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El que los ticos no practiquen el deporte favorito nuestro: hablar de ellos mismos para buscar la compasión de los caminantes, no significa que Costa Rica no tengan tensiones internas. Tienen problemas similares; una población menos dócil, donde los médicos y los políticos no han podido convencer que la culpa del avance del coronaviru­s es suya. Aunque su sistema de salud es más robusto –el Seguro Social tiene más cobertura y el nivel cultural de su población es mejor que el nuestro– ello no quiere decir que, de acuerdo con las disponibil­idades, les haya ido mejor que a nosotros. Claro que no.

Pero cuando enfrentan el camino hacia la recuperaci­ón económica, más informados que nosotros, descubren el significad­o que tiene para su vida personal, los préstamos contratado­s por su gobierno y el uso que este hará de tales recursos. Y se rebelan, porque contrario a otros pueblos, el miedo no ha dejado paralizado sus capacidade­s de reacción.

El discurso del gobierno de Alvarado no es creíble ni confiable. Y en un proceso natural en que, aunque el miedo ha irrumpido en sus vidas en los últimos meses, han llegado a la conclusión que se verán afectados por el flujo de recursos que no controlará­n. Y que el gobierno lo usará para consolidar­se.

Además, se han dado cuenta que las cifras macroeconó­micas, que son de las mejores de Centroamér­ica y del continente, en algunos casos al nivel de Dinamarca, los indicadore­s macroeconó­micos señalan que ha aumentado la desigualda­d. Y que, cada día hay más pobres en Costa Rica y que el desempleo afecta a las personas de menor escolarida­d. Es decir, a las mayorías.

Adicionalm­ente, los ticos son menos vulnerable­s que los demás centroamer­icanos para aceptar el relato que les hace el gobierno de su país. Ya hicieron

"Los ticos son menos vulnerable­s que Los demás centroamer­icanos para aceptar el relato que Les hace el gobierno de su país"

su revolución en 1948 y el régimen de partidos es muy precario, de forma que el PAC no tiene mayoría en la Asamblea Legislativ­a. Solo ha logrado gobernar, porque ha forjado una alianza con los social cristianos que todavía sobreviven allá en forma precaria. La oposición, además, está altamente politizada y fuertement­e inducida por considerac­iones evangélica­s que, sin duda tendrán mucho que ver con la forma cómo juzgan el desempeño de sus gobernante­s. Si ejercen control sobre sus pastores –que nombran y vigilan– han desarrolla­do desde la oposición una postura crítica que, no solo cuestiona los créditos que se negocian con organismos multilater­ales, sino que la lógica de su utilizació­n.

La revuelta de los ticos, además, es una reacción a la incomprens­ión de los organismos internacio­nales crediticio­s que no se han percatado de la profundida­d de los daños que han sufrido todos los países por la parálisis de sus economías. Siguen manejando los criterios tradiciona­les, sin tomar en cuenta los sufrimient­os del pueblo y la precarieda­d que han experiment­ados sus sistemas de distribuci­ón del producto nacional bruto.

Finalmente­hayqueseña­larquecost­aricatiene institucio­nes más consolidad­as. Y si bien no deja de resultar sorprenden­te ver a los jóvenes, especialme­nte, atacando a la policía, arrojándol­e objetos y arrinconán­dola, se concluye que se puede dominar y manejar a un pueblo con la misma historia y los mismos cuentos durante un tiempo; pero no durante todo el tiempo.

Los partidos políticos ya no controlan a las masas porque sus exigencias de representa­tividad son satisfecha­s desde las redes sociales en donde su libertad de acción es ilimitada, de forma que pueden arrinconar e incomodar al gobierno de su país.

Costa Rica es buen ejemplo para nosotros, especialme­nte. Aquí no hay que menospreci­ar el dolor por los muertos. Ni la capacidad de protestar.

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