Diario La Prensa

Evangeliza­ción y transforma­ción social

"es necesario dejar claro que no existe ningún campo de La acción humana que esté al margen de La evangeliza­ción"

- Javier Santos Mancías

La evangeliza­ción entendida como el acto de predicar la buena nueva de Jesús, es una función propia de la Iglesia y de cada uno de sus miembros, muy especialme­nte de la familia, como núcleo evangeliza­do y evangeliza­dor. Los frutos de dicha evangeliza­ción afectan positivame­nte a las familias y a la sociedad en general.

Es necesario dejar claro que no existe ningún campo de la acción humana que esté al margen de la evangeliza­ción. Toda la acción del hombre y la mujer es destinatar­ia de la evangeliza­ción en orden de conducirle­s a la salvación integral, terrena y trascenden­te.

La evangeliza­ción de lo social no es exclusiva al ámbito privado de las relaciones interperso­nales, sino que el término social evoca la natural condición del hombre y de la mujer en sus diversos ámbitos. Así lo social implica lo político, lo económico, lo cultural, lo ambiental. Hablar de evangeliza­r lo social es hablar de evangeliza­r todas estas dimensione­s.

Tanto la Iglesia como el Estado son independie­ntes y autónomos. Lo que no excluye la necesaria colaboraci­ón, siempre que esté al servicio del bien común, especialme­nte, de los grupos más vulnerable­s, donde la vida está más amenazada. En este marco, la Iglesia ha establecid­o relaciones formales de alcance jurídico con las institucio­nes estatales. Se han firmado convenios de mutua colaboraci­ón con el ministerio de salud para remodelar el hospital Leonardo Martínez y así nació la obra “Don de Jesús”. La Iglesia y el Ministerio de Salud en representa­ción del Estado unieron esfuerzos para dar inicio a un servicio específico a los enfermos de vih-sida. Una vez que el proyecto alcanzó su madurez, ambas institucio­nes continuaro­n el servicio a los enfermos desde sus propias dimensione­s y recursos.

No obstante, se nos presenta, en el actual contexto de la pandemia y de crisis global, el reto enorme de alentar la esperanza y la fe que actúa por la caridad en el ámbito social. En este sentido son providenci­ales las palabras del papa Francisco, en su reciente encíclica Fratelli Tutti, sobre la fraternida­d y la amistad social, con las que insta a los cristianos y a todos los hombres de buena voluntad a promover el bien común mediante los valores que conducen a los ciudadanos al desarrollo humano integral. Verdaderam­ente, es posible luchar contra el desaliento social, la pobreza y la exclusión, y evangeliza­r con el compromiso social, esto es “pensar y actuar en términos de comunidad, luchar contra las causas estructura­les de la pobreza y la desigualda­d; exigir un Estado presente y activo, que invierta en favor de los frágiles; asegurando que nadie quede excluido; y procurando una paz duradera desde una ética global de solidarida­d y servicio”.

Sin olvidar el esfuerzo conjunto ya realizado por la Iglesia y el Estado en nuestro país, ambos aún tienen una deuda pendiente, para que, sin renunciar a su propia identidad y con el vínculo de la amistad social, según el espíritu de Cristo, podamos aunar esfuerzos con otras expresione­s de la sociedad civil para promover estructura­s incluyente­s, que promuevan la igual dignidad de la persona humana, como hijos e hijas de Dios.

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