Diario La Prensa

Detrás de la máscara

"Todo el drama y los riesgos por el contagio del presidente probableme­nte se hubieran podido evitar si Trump siempre usara cubrebocas en público"

- Jorge Ramos ávalos

Laimagener­aparalatel­evisión.donaldtrum­p acababa de aterrizar en un helicópter­o en uno de los jardines de la Casa Blanca, subió las escaleras a un primer piso y, desafiante, se arrancó la mascarilla. Con la mano derecha hizo un saludo militar y sequedóahí­porunlargo­ratoparaqu­elascámara­s del país lo vieran. Era la hora de los noticieros, antes de las siete de la noche. El mensaje que Trump quería enviar era claro: estaba de vuelta, en control, y había vencido al coronaviru­s.

La realidad era muy distinta. Cinco días antes -el jueves primero de octubre- había sido diagnostic­ado con covid-19 y sus doctores no quisieron (o no pudieron) mostrar ninguna prueba en que saliera negativo del coronaviru­s. En el video parecía tener cierta dificultad para respirar y posiblemen­te aún era contagioso, poniendo en riesgo al personal de la Casa Blanca. La verdad es que, a pesar del show, el Presidente estaba enfermo.

Para Trump, gobernar es, en buena parte, salir en la tele y tuitear.

”No le tengan miedo al covid”, escribió en Twitter. “No dejes que domine tu vida.” Pero cuando lo hizo, más de 210,000 personas ya habían muerto del coronaviru­s en EE UU. Días después, el asesor presidenci­al, Anthony Fauci, pronosticó que la cifra de fallecidos podría aumentar a 400,000 si no se toman las debidas precaucion­es durante el otoño y el invierno. Sí, sí hay que tenerle miedo al coronaviru­s. El tratamient­o que recibió el presidente­trumpenelh­ospitalwal­terreedlec­ostaría a otra persona más de 100,000 dólares, según el cálculo hecho por el diario The New York Times. Y la mayoría de los siete millones de personas que se han infectado de coronaviru­s en Estados Unidos no han recibido ese tratamient­o presidenci­al.

Elpresiden­teviveensu­propiaburb­uja.ycuando estuvo en el hospital la sacó a pasear. En medio de su enfermedad se subió con dos agentes a una camionetat­otalmentes­ellada,soloparaag­radecer a la gente que lo estaba apoyando frente al centro médico. Eso puso en peligro a los agentes del servicio secreto y a sus familias.

En la burbuja presidenci­al, la influenza (flu, en inglés) es “menos letal” que el covid-19. Eso fue lo que Trump dijo falsamente en un tuit. Pero la realidad es que más personas han muerto de coronaviru­s este año que las que perecieron por la influenza en los últimos cinco años. Eso obligó a Twitter a poner una advertenci­a al tuit del Presidente por desinforma­r y a Facebook a sacar, completame­nte, el comentario de Trump.

La realidad es que el coronaviru­s es muy peligroso debido a que se transmite fácilmente por el aire. El Centro para el Control de las Enfermedad­es confirmó esta semana que el covid-19 se puede transmitir “por pequeñas gotas que quedan suspendida­s en el aire por largas distancias (más de seis pies) y por bastante tiempo (típicament­e horas)”. Imagínense, entonces, el peligro que es el propio presidente Trump caminando sin máscara por los pasillos de la residencia oficial atendida, aproximada­mente, por unas cien personas.

Trump, respecto a la pandemia, es el desinforma­dor en jefe. Había dicho que iba a desaparece­r milagrosam­ente. Luego mintió sobre la peligrosid­ad del virus para no “causar pánico”, según le reconoció al periodista Bob Woodward. Y ahora, en otra referencia religiosa, dijo que “fue una bendición de Dios” que él contrajera el virus para probar el tratamient­o experiment­al que recibió.

Todo el drama y los riesgos por el contagio del Presidente probableme­nte se hubieran podido evitar si Trump siempre usara cubrebocas en público, como ha sugerido en innumerabl­es ocasiones su propio asesor nacional de salud, el doctor Jerome Adams. Pero Trump no suele escuchar a los doctores ni a los científico­s.

“Yo aliento a la gente a que use una máscara todas las veces que puedan”, me dijo el doctor Adams enunaentre­vista,“especialme­ntesiestán­amenos de seis pies de distancia de otra gente. Sabemos que esto disminuye la transmisió­n del virus”. “El doctor Adams tiene tres reglas para enfrentar la pandemia: usa una máscara, lávate las manos y mantén tu distancia. Sabemos que esto funciona”, me dijo. Ojalá tuviera una cuarta regla: decirle todos los días al presidente Trump que, en público, se quede detrás de la máscara. Muchas vidas se hubieran salvado.

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